Todas las noches
un ángel delirante
y espumoso
se recuesta sobre
el aire de mi cama.
Me canta nanas,
acaricia mi cabello
"Niña de Dios"
mientras me transporta
a mi cuerpo: me va
entregando, acomodando
perfectamente cada trozo
cada parte de mí
que va encontrando
en los lugares
más disímbolos e inútiles.
Por no regañarme ni preguntar
qué hacían mis pasos
zancadas y brincos
en tan extraños sitios,
acaricia de nuevo mi cabello
inserta los bloques de carne
de alma
como si yo fuera
un rompecabezas
sobre la plancha
de un cirujano.
Simplemente... genial, me ha encantado esa idea del cadáver exquisito sobre la mesa de mayo, no encuentro nada más descriptivo que eso, en verdad me gustó, espero leer más de esto pronto... saludos...
ResponderEliminarHola! muchas gracias por tu comentario, saludos...
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