domingo, 28 de octubre de 2012

CRÓNICA DE UN VIAJE

Un amigo muy querido de mi Padre, me acaba de enviar esta Crónica. La disfrutamos muchísimo,  por eso quiero compartirla. Es de Víctor Serge. Ver Guadalajara desde su perspectiva, cuatrocientos años después de su fundación: de pronto ver emerger a Lucha Reyes, María Izquierdo... es una nueva lectura para esa tierra que ahora está tan convulsa. Imaginarla tranquila, capital del arte. Gracias a Román Munguía Huato por este regalo.




Guadalajara (1942): Crónica de un viaje*

Víctor Serge


En cada viaje por estas tierras mexicanas, novedosas para mí y tan llenas de sorpresas, encuentro esta sensación, potente como el contacto directo con la verdad primordial, de la unidad y de la diversidad del mundo.

Un destino, dominado por grandes luchas, ya me ha dado muchas patrias: Bélgica, Francia, la URSS y me colma ahora haciéndome conocer México. El hombre de este tiempo tiene tantos hermanos por todas partes aquí abajo, tantas tierras instantáneamente en las nuevas caras más lejanas. En el tren que nos conduce a Guadalajara en fiesta, pensamos, a través de los paisajes del sol, en las batallas que se desarrollan en las nieves de Rusia, en la defensa de Singapur, en la Grecia hambrienta, en los pueblos de Alemania e Italia, conducidos por la tiranía, con una prodigiosa energía, hacia la derrota, la desesperación y el renacimiento... El mismo nombre de Guadalajara tiene para nosotros una doble significación.

Sabíamos, en Europa, que es el de una ciudad feliz de México, fundada hace cuatro siglos por hijos ausentes de una vieja ciudad española que descansa al pie de España; a principios de 1937 se convirtió para nosotros en la más querida de todas, debido a una deslumbrante victoria de los hombres libres en contra de la servidumbre. Milicianos revolucionarios y aviadores soviéticos libraron una extraña batalla contra las divisiones blindadas italianas, a las que inflingieron una derrota total. Fue la primera victoria de la aviación sobre los tanques y de las milicias sobre el rebaño superiormente armado de un estado totalitario. Por primera vez en tierras de Guadalajara, los italianos evidenciaron que no estaban decididos a luchar a favor de la servidumbre. Por un tiempo vivimos bajo la ilusión de que la URSS iba a salvar realmente en España a una democracia nueva. Las batallas de Europa continúan. La antigua Guadalajara sufre hoy día el terror y el hambre, pero también espera, espera con los dientes apretados, lo sabemos. Nosotros vamos a descubrir, confiando en nuestra intimidad en igual espera, la Guadalajara de México, que festeja la juventud de sus cuatrocientos años.

El paisaje mexicano me es familiar como si lo conociera mucho tiempo atrás, con aspectos repentinos de una originalidad única: se debe a que conozco Rusia. La planicie de los valles, extendida entre montañas azules, me hace pensar en las estepas. El viejo indio en cuclillas, envuelto en su sarape, me da la impresión de ser como un hermano del mujik barbudo vestido con cuero de carnero como los seytas, igualmente acurrucados en las orillas de un camino de Rusia. Pero la planta peculiar del paisaje mexicano es única. El cactus, el maguey, expresa una energía vital organizada para resistir la aridez, la fuerza del sol calcinante, el ataque de los animales, y sus siluetas producen una belleza singular. Las escasas ciudades color de tierra evocan nuestros techos de paja y nuestras casas de campesinos, hechas de madera negra, igualmente color de tierra. Desde la puerta del hospicio (de) Guadalajara extendí la mirada para contemplar la ciudad y experimente una grata sorpresa. La calle, ancha, enmarcada por habitaciones bajas, de colores alegres, y que sube hasta las iglesias de estilo barroco rodeadas de arboledas me recordó, de manera impresionante, a la vez ciertos rincones de Moscú y la visión que guardo de Kursk. No se trata solamente de semejanzas exteriores; corresponden a similitudes profundas, a parentescos inequívocos. México, Rusia: países de vieja civilización agrícola con un antiguo pasado cultural; aquí las culturas indias, probablemente ligadas a Asia  por Oceanía, allá la cultura helénica-seyta ciertamente vinculada a la civilización del reino del norte de Asia. Sobre este fondo inalterable, la aportación de la Europa cristiana, enriquecida a su vez por la civilización árabe. Penetra en Rusia por el caucaso, por Persia, con las caravanas que llegan del Asia central; penetra profundamente en España y, a través de la conquista española, se evidencia también en las industrias y en las artes de México. Aquí y allá las iglesias son lo mas a menudo de ese estilo barroco que los jesuitas hicieron prevalecer en el siglo XVII, pero en México algunas fachadas denotan una influencia netamente morisca y detalles de escultura traducen al alma india.
         
Hace mucho bien llegarse a dar cuenta de esta manera de la unidad del mundo de un extremo a otro de los continentes, pues la conciencia de este hecho exige, a pesar de todas las matanzas, la necesidad de la fraternidad humana.

          Guadalajara, capital del arte.
         
          Me habían dicho: “Vea las antiguas residencias, la catedral, los frescos de Orozco...”. No me habían dicho que iba a encontrar en el estado de Jalisco una de las verdaderas capitales del arte de nuestro tiempo –lo mismo que Samarcanda, con sus mezquitas de otro tiempo, sigue siendo y será siempre una de las capitales magnificas del arte musulmán. Una ciudad viviente que reúne obras únicas, de una significación capital, ¿no tiene acaso para la civilización mayor importancia verdadera que aquellas ciudades en las que residen lo gobiernos y los bancos, a los cuales en geografía política  se les llama “capitales”? Guadalajara es sonriente y limpia, activa y tranquila. Sus nobles fachadas de la época colonial, patinadas por el sol, alegremente iluminadas en la noche, le dan una fisonomía graciosa, sin la extrema tensión nerviosa de las grandes ciudades industriales. Es una ciudad privilegiada.

Olvidemos por un momento, el recuerdo obsesionante de las ciudades bombardeadas y tan sufridas de Europa, sumergidas por la noche en las peligrosas tinieblas. Olvidémonos de pensar en las ciudades destruidas de Rusia, donde todo un pueblo muere de hambre en medio de las ruinas. Será necesario para rehacer el mundo una inmensa buena voluntad, un ardiente pensamiento revolucionario, un sentimiento exaltado, lucido, inexorable, de la justicia. Todo esto Guadalajara lo muestra cordialmente gracias a la obra de José Clemente Orozco. La ciudad agrega las joyas de su pasado a sus colecciones de arte indígena, esta obra tan actual que parece completamente de mañana, tan revolucionaria que adquiere una significación universal, tan profundamente mexicana que llega a ser simplemente humana... (Me han asegurado de José Clemente Orozco ha introducido, en un fresco potente, la caricatura de un hombre a quien yo admiro entre todos, y que ha glorificado en otro a un político a quien yo nunca jamás sabría admirar... Pero su obra es tan vasta y fuerte que tales perjuicios, en los que veo algo de ceguera, no llegan a disminuir su valor. Evidentemente, el porvenir los ignorara). Se atraviesa el gran portal tallado del palacio gubernamental, se entra al patio, se llega a la gran escalera, se levanta la cabeza y se ve por encima de la vida cotidiana que sube y desciende con sus pequeñas preocupaciones toda una batalla de titanes desencadenada en altos muros y en la bóveda. El viejo Hidalgo de la independencia la domina, con su intensa mirada de visionario, sus cabellos blancos, su espada de fuego. La utilización de la bóveda para dar cabida a este retrato simbólico ya constituye un admirable acierto. A ambos lados de la escalera formas humanas suben, se entrelazan, llaman, luchan; el gigante Hidalgo emerge de este caos como un Lenin. Nada de lo que el encarna esta muerto; pienso en los hombres que, como él, se levantaran mañana, en grandes grupos, en las tierras de Europa, blandiendo la misma espada de fuego...
         
Los frescos del hospicio tienen otra intensidad de vida. Faltos de igualdad, con fragmentos engañosos, con audacias de técnica y con insuficiencias incontestables, constituyen un conjunto tan rico que aplasta... Uno se siente agobiado, entre estas paredes, bajo estas bóvedas, por ideas en marcha, por sufrimientos siempre renovados, por una bondad terrible, por una crueldad infernal. El artista ha querido abrazar toda la vida de un país y de un largo momento de la historia. Los cuatro caballos del Apocalipsis se encabriolan en las nubes, pero por encima de ellos, mas temible, la bestia infernal de la industria moderna, caballo y caballero hechos de maquinas modernas, se abalanzan... Una rueda de fuego gira sola sobre tierras grises colmadas de hombres y maquinas... Inquisidores atormentan al herético: Unos franciscanos enseñan; hay figuras sentadas, tan admirables, en los ángulos superiores de los muros, que parecen esculpidas con la firmeza de los bronces de Donatello. Alrededor de esta nave llena de visiones se extienden losa corredores cuadrados del hospicio, el vasto patio pleno de arcos, otros patios en los que juegan los niños por entre las flores. Y la cercanía de los niños, la paz de los corredores, la vieja arquitectura de gran convento aireado, se le agregan al acento de implacable verdad de la obra de arte.
         
El fresco y la bóveda del gran salón de la Universidad alcanzan también igual expresión, pero con otro valor; hay en el ángulo izquierdo, en la parte baja del fresco, una batalla de textos, con una cabeza de Marx con anteojos y libros mezclados con cuchillos. Aquello es audaz, en una sala de estudios universitarios y ni la Sorbona ni las universidades de Oxford y de Cambridge aceptarían. Hay que reconocer francamente el agradecimiento a Guadalajara, ciudad que cuenta con la única universidad del mundo en la que sus paredes registran tantos clamores provenientes de las luchas sociales. Es lamentable no encontrar en Guadalajara algún fresco de Diego Rivera, a fin de que la representación del arte mexicano se encuentre completa. Es fácil darse cuenta de cuanto la Revolución Mexicana ha suministrado al dominio del arte; una renovación ejemplar. Por el momento, en este dominio, ha adquirido indiscutible supremacía sobre la Revolución Rusa, que de la pintura burguesa y del arte religioso ha pasado al arte dirigido por los servicios de propaganda de un comité central, lo mismo que al pensamiento dirigido, es decir, a la asfixia de toda mentalidad libre. (Naturalmente, hay muy buenos artistas en la URSS, pero el arte oficial, el único que puede vivir, impone la repetición inacabable del retrato del jefe). Algunas vitrinas de los mercaderes de los Campos Elíseos de Paris me hicieron comprender, no hace mucho, de toda la  decadencia de la pintura burguesa de forma definitiva. Veía paisajes perfectos, perfectamente enmarcados; desnudos deliciosos, naturalezas muertas armoniosas. Todo aquello era encantador, muy bien hecho, pero yo me preguntaba, que es lo que le faltaba a esa pintura de salones, de comedores, de departamentos lujosos. ¿Qué le faltaba? Sencillamente la vida, la vida en verdad, la vida grande de los hombres que sufren, en marcha, en masa. Arte anémico, arte egoísta, arte perfecto para algunos que solo se ocupan de ellos mismos; este arte tiene su valor y él podría ser grande si estuviere vivificado por el otro, pero aislado se extingue, pierde su sabor, a duras penas puede producir una alegría visual pasajera. Los Diego Rivera y los Clemente Orozco han vuelto a encontrar algo de esencial como el corazón de la tragedia griega: es la suya una pintura que clama por todos los hombres, en nombre de todos los hombres. Y ellos han podido realizar tal encuentro porque su pueblo estaba en marcha y les ofrecía, con los muros de sus edificios, todos sus sufrimientos y todas sus esperanzas. Gracias a estos pintores de grandes frescos, Guadalajara y México son hoy día verdaderas capitales del arte, y mas aun, creo yo, del arte futuro, que del arte moderno. Gracias a ellos, se han abierto los caminos para la renovación de la pintura. ¿Qué artistas visionarios, recomenzando la labor del Miguen Ángel de la Sixtina, pintaran un día los frescos de la Europa en alumbramiento del porvenir? Será menester que aquellos artistas vengan primero a México a contemplar, para aprender, el vigoroso trabajo de Rivera y de Orozco

Gentes de esta tierra.

          Hablábamos de todo esto en una casa amiga, con otros dos artistas. Maria Izquierdo y el pintor chileno Uribe. Unos caballos alazanes y negros se movían en el fondo del jardín, unos grajos y unos cuervos de grandes alas negro azulosas volaban de árbol en árbol mientras Maria Izquierdo nos mostraba unos gouaches sobrios y coloridos, de una intensa expresión que pertenece a este arte nuevo y no –¡a Dios gracias!– a aquel de los campos Elíseos (que por otra parte no se debe confundir con la gran pintura francesa que tanto nos ha enseñado sobre el hombre). Caballos placenteros bajo flores deslumbrantes, paisajes trágicos, juegos de circo sin público, concentrando todo el drama en pocas formas; algunos volúmenes, algunos colores (Izquierdo); retratos de niños sin nombre (Uribe). Otro artista sin nombre, como estos niños tristes, nos maravillo en Tlaquepaque, tanto mas porque no sabe que es un artista, un verdadero creador de formas eternas, el humilde continuador de aquellos que han dado vida a las primeras formas perfectas. Era tan solo un alfarero trabajando con su torno que movía con el pie, por medio de una  cuerda. Ningún otro instrumento que sus dedos y ese disco giratorio. Un poco de informe de tierra negra se transformaba mágicamente entre sus manos para convertirse, después de algunos instantes, en un vaso sin defecto semejante a los vasos griegos de las mas puras formas. Se percibía en sus mas mínimos movimientos una maestría acrecentada por una tradición milenaria. Y este alfarero me revelaba que una maestría única une a las artes primitivas de este pueblo con la obra de sus grandes maestros.
         
Una noche, en el Teatro Degollado, figuras de los frescos (de los de Rivera) se animaron de repente a una sala entusiasta y fueron simplemente gentes de este país, con sus instrumentos de cuerda, tal como tocan y cantan por las calles; fueron los mariachis, de quienes aun no conocía ni la música ni el canto, vivientes entre todos. En medio de ellos, una mujer erguida y esbelta canta su canto, alcanzando inmediatamente las notas más vibrantes, entonando en ciertos instantes solo un grito de alegría y energía. El arte muy simple de Lucha Reyes me pareció inseparable de todo lo que acababa de descubrir: Inseparable del trabajo del alfarero, de la paz luminosa de las calles de Tlaquepaque, de la muchedumbre en las plazas, del dinamismo de los frescos, del fino perfil tenso de una Isabel Corona, del maravilloso trabajo de los vidrieros que con la fuerza de sus pulmones dan forma al vidrio incandescente...
         
Este contacto con Guadalajara me ha servido para apreciar la extraordinaria unidad de estilo que liga a las ciudades, a los seres, a las obras con una gran vitalidad a la vez anciana, joven y profunda. Este país puede esperarlo todo de si mismo y un día tendrá mucho enormemente tal vez, que dar a otros.



* Esta crónica fue publicada por la revista Así (número 68), el 28 de febrero de 1942, México, D.F. El texto fue proporcionado por Alejandro Gálvez Cancino.

“Víctor Serge ofrece en este número y en estas planas, a sus lectores –dice Así–, un artículo extraordinario. Serge, el gran escritor refugiado en México, estuvo durante una semana en la ilustre ciudad que celebra el IV Centenario de su fundación y, como presente para Jalisco, nos trajo este admirable reportaje en el que palpita toda la vivacidad de su inteligencia periodística.”

***

Víctor Serge, hijo de emigrantes revolucionarios rusos, nació en Bruselas, Bélgica, en 1890, y muere en la Ciudad de México en 1947. Su nombre civil era Víctor Lvovich Kibalchich. Serge es reconocido –además de protagonista y testigo importante de la Revolución Rusa, hasta su destierro de la URSS en 1936– como un gran escritor, poeta, periodista, ensayista e historiador. Desde 1912, año en el que es encarcelado en París, hasta su muerte, vivió todas las vicisitudes de un militante revolucionario. De sus obras traducidas al español se conocen, entre otras: Memorias de un revolucionario; Ciudad ganada; Lo que todo revolucionario debe saber sobre la represión; El año I de la revolución rusa; La defensa de Petrogrado (Año II de la revolución rusa); Literatura y Revolución; y la reciente edición de la novela El caso Tuláyev. (Román Munguía Huato).

BIBLIOGRAFIA MINIMA DE VICTOR SERGE (elaborada por Emilio Brodziak):
ensayos políticos e históricos: Contra el hambre; Durante la guerra civil; Los anarquistas y la experiencia de la Revolución rusa; La defensa de Petrogrado (Año II de la Revolución Rusa) [Editorial Transición]; Lenin: 1917 [Ediciones Transición, 1977]; Lo que todo revolucionario debe saber sobre la represión [Editorial Era]; Soviets, 1929; Vidas de revolucionarios; El año I de la Revolución Rusa [Editorial Siglo XXI]; Literatura y Revolución [editorial Fontamara]; Dieciséis fusilados. ¿A donde la Revolución Rusa? De Lenin a Stalin; Veintinueve fusilados y el fin de Yagoda; Destino de una revolución; Reflexiones sobre el anarquismo; Introducción a la obra: Los sindicatos soviéticos; El pensamiento anarquista; El asesinato de Ignacio Reiss; La Revolución Rusa. Febrero-octubre, 1917; Vida de un revolucionario; Dos reencuentros; Retrato de Stalin [rev. Vía Libre, núm. 11, Xalapa, Veracruz, febrero, 1988]; Hitler contra Stalin; La GPU prepara un nuevo crimen; Guerra de transformación social; La tragedia de los escritores soviéticos; El nuevo imperialismo ruso; Vida u muerte de León Trotsky; el oscuro viraje; Memorias de un revolucionario [editorial El Caballito]; Carnets; La lucha de clases en la Revolución China; Ensayos sobre la Revolución Rusa; Notas sobre la crisis de Alemania; Reportajes y artículos diversos; Escritos y cartas de los tiempos de "la anarquía".
novelas y cuentos: Los hombres en la prisión; El nacimiento de nuestra fuerza; Ciudad ganada [editorial Joaquín Mortiz]; El blanco mar; El callejón de San Bernabé; Medianoche en el siglo; Los últimos tiempos; El caso Tuláyev [Ediciones del Equilibrista]; La locura de Yuriev; Los años despiadados; El trópico y el norte.
poemas: Diversos; Resistencia; Canto de la paciencia y México (fragmentos): Idilio; Manos; Para un brasero en el yermo; Mensajes. et.al: Historia de Rusia [rev. Vuelta 87, febrero, 1984]. Poemas: confesiones; en otra parte...; tiflis; ¿para que escribir un nombre?; muerte de Panait Istrati. Carta; Balance de la reacción estalinista; ¿ A dónde va Stalin?; Las causas del imperialismo soviético [rev. Plural. núm. 252. septiembre de 1992]. Cuadernos Victor Serge [Núm. 1, marzo de 1984, Imprenta Madero]; Michoacán, Paricutín [Revista de la Universidad de México, núm. 40, agosto de 1984].

sábado, 13 de octubre de 2012

RONDA DE MUERTOS en la Feria del Libro del Zócalo 2012



En la Feria del libro del Zócalo se estarán vendiendo "los últimos ejemplares" así me lo anuncia Tonatihu Mercado, de mi libro Ronda de muertos que publiqué en el 2005. Prometí hacerle difusión, y aquí estoy. Ja! y ante esto, recordé una reseña que hizo mi queridísimo Iván Cruz en aquel ya lejano y cercano 2005 y que fue publicada en Alforja, que lamentablemente debido a que la vida me ha hecho transitar diversos derroteros, perdí y me hicieron perder muchísimos libros y revistas. Entre las cuales se cuenta esta revista, así que no recuerdo en qué número apareció ni si fue en el 2005 o 2006 cuando se publicó, pero aquí va. Aparece bajo lo que de ahora en adelante denominaré como uno de mis seudónimos: Tanya de Fonz. Que es con el nombre con el cual se publicó también el libro. El prólogo y los dibujos interiores son de mi hermano Eduardo Gutiérrez de la Cruz. La pasta dura con decorado y rótulo pintado a mano son de Tonatihu Mercado.



Ronda de muertos
Iván Cruz

Desde épocas remotas la poesía ha sido una forma de transmisión de la historia, de los acontecimientos y heridas de la sociedad. Así la Ilíada canta las hazañas de los héroes en la cruenta e interminable guerra de Troya, así en el siglo XIX buena parte de la poesía de Shelley está inspirada por el celo de las reformas políticas y sociales. En México, la poesía que habla de la historia, que nos habla de momentos cruentos se ha presentado en autores como Guillermo Prieto, Carlos Pellicer, Aurora Reyes, Efraín Huerta, Jesús Arellano, Thelma Nava, y el grupo de La espiga amotinada, por mencionar a algunos. A esta estirpe de poetas se une Tanya de Fonz con Ronda de Muertos.
            Este libro nos hace volver la mirada al dolor de los hombres, la poeta asume el oficio de profeta, abanderado de la condición humana y su dignidad. Tanya realiza una crítica al hombre de su tiempo, pero esta crítica no se entrega al drama, al vituperio fácil, mucho menos a largas diatribas discursivas, sino más bien a una violencia verbal precisa teñida de sabio humor negro:

De silbido en silbido cantemos a los muertos



Música y melodía en ancas
Quien le pega la cola al burro
Comida en el bosque con piñatas
Salga lo triste como colación
Alegre en fluvial bienvenida
Mesa y ponche
Canción de desbarrancados
De muertos apilados
En horno de microondas o cremación
En lagers o guerrillas
Muertos de mármol, muertos de mármol,
El que se despierte cuente tres.
Ronda, ronda de la rueda de cien mil
De millones o de diez.

El que coma más, a más personas saltará.


Ronda de muertos es un poemario humano, en el sentido de que se duele de la condición del hombre, de lo ensombrecido de su destino, ligado al dramatismo de los sucesos. Tanya es una poeta que mira su presente con desesperanza; una característica esencial de este libro es precisamente su desesperanza, Tanya se desliga de los poetas del pasado que escribían sobre el hombre y su situación social, precisamente porque sus poemas están teñidos de una desesperanza que los anteriores poetas de esta estirpe habrían negado. Tanya como poeta de su tiempo comprende que los caminos a los que ha sido acorralado el hombre sólo permiten la protesta, la crítica, y a veces el cinismo ante la imposibilidad de cambio de las cosas. Ya no se aspira a que las cosas cambien, se aspira a acompañar, a solidarizarse con el dolor del resto de la especie, de tal forma que la poeta dice:

Mi voz apesadumbrada se llena de dunas
Donde brota la arena como si allí hubiera nacido.
El sol se repliega ante mi vista.
Veo a todos mis muertos, sus ausencias y sueños
Que nunca debieron existir
Porque el sueño lo vivimos y lo demás son pesadillas.

Otro aspecto a resaltar es la mención de figuras tutelares, de escritores, de figuras históricas que Tanya menciona como sus mayores, así se suceden los nombres de Rimbaud, Vallejo, Cuauhtémoc, Moctezuma, Sor Juana, Miguel Hernández, Caravaggio, Otto René Castillo, Roque Dalton, Marina Tsvitáieva, Anna Ajmátova, Elena Garro. Cabe resaltar que el hecho de que Tanya haga mención de estos nombres cobra importancia debido a que hoy en día debido al parricidio literario en boga, se quiere suprimir cualquier guiño que indique influencia. De hecho estas referencias son puestas apelando a una forma de originalidad, ya que reconoce que no podría existir algo distinto en estos poemas sin la existencia previa del trabajo y vidas de estos autores.


Tiranizar tristes días de Caravaggio.
Miguel Hernández sale flotando alegre
Cuerpo de yunta insaciable.
Leer en las nubes
Saber escribir sobre el viento.
Otto Rene Castillo, quemaron su piel
Creyéndola palabra.
Roque Dalton, traicionando su traición en su coherencia.
Marina Tsvitáieva y Ajmátova
Perseguidas por rojos que no saben del blanco
Ni de la pureza.
¿Cual es la traición?
¿Como se mide?
¿Quien traiciona?
¿La palabra o la vida?
¿El cerebro o la conciencia?
¿Quienes nos traicionamos?
¿Quienes nos incendiamos?

En Ronda de muertos, Tanya logra conjuntar el ambiente histórico y social con una poética de la desesperanza, como pocos trabajos en la actualidad, invita a la reflexión por medio de un estilo directo, desgarrado que continuamente increpa al lector. Este libro de Tanya de Fonz es un trabajo sincero, honesto, que no aspira a la estridencia ni al auto regodeo, y como toda obra de este tipo a veces sufren el pago de la indiferencia, sin embargo, con mucho estamos ante un poemario de alta factura poética de una de las poetas más comprometidas de la actualidad.

 Tanya de Fonz
Ronda de muertos
Versodestierro-Editorial Andrógino, México, 2005.    



Y ahora que he podido releer cuanto dice Iván, pienso que la desesperanza se instaló de tal forma que ahora ya no hay ni esperanza ni desesperanza. Simplemente el tic tac incesante de LA VIDA del que ahora no me despego. Recuerdo que en aquel entonces parecían exageradas mis aseveraciones pero la realidad y más en este país, corrobora aquella desesperanza. Que comparto con Canto de cerdos y Coatlicue, que también escribí más o menos del 2002 al 2005. Cuántos muertos ahora ahondan estas cavernas llamadas México? dicen que hay 25,000 restos humanos sin ser reconocidos. Más de 150,000 muertos en lo que va del sexenio, miles de desaparecidos... en fin. Puedo pensar, ahora, con el tiempo, que mi desesperanza tenía esperanza de ver cumplida su razón. Lamentablemente. Aunque por otra parte, Oh Fortuna! que me hizo verlo con tanta anticipación, ya que ante esto, puedo decir con Cioran: 

"Pero se cree un poco menos en las cosas que uno ha expresado. ¿Por qué? ellas se han desprendido de usted. En ese sentido, realmente el acto de escribir -como es sabido, todo el mundo lo dice- es una especie de profanación. Porque las cosas en que usted creía íntegramente, a partir del momento en que las has dicho, cuentan un poco menos".

Cuentan un poco menos? o se han contado de tal manera que te quedas sin dedos ni ábaco en un tiempo de calculadoras y ordenadores? Pues de silbido en silbido, sigamos cantando a los muertos, y sigamos haciendo rondas donde los huesos sean el estribillo.

Recuerdo. Re cuerda que estoy. Estaré y estaba. Cuánta cuerda para vivir cada etapa que ahora se cuelga al recuerdo. Desde una cuerda me cuelgo para mirar aquellos días en que este libro lo estuve vendiendo de mano en mano en donde me fue posible. En las calles de la colonia Roma, afuera de Bellas Artes (en un día vendí tantos que con eso pagué la renta del departamento de aquel entonces, me gané también una tatemada del rostro tremenda! y unos tragos con botana en una cantina del centro... ja!), vendí en los pasillos de la Feria de Minería... de hecho tengo sólo dos ejemplares y uno con pasta dura. De mis libros, es el que más rápido se ha movido, y eso que todavía quedan 10. Ja! y fue publicado desde el 2005. Ah! y por este libro también conocí a dos de los seres maravillosos que años después me rescataron  de andar dando tumbos sin casa en la Ciudad de México: a Ovidio Ríos y Jaime Coello. Y digo a dos porque la tercera fue Jocelyn Pantoja. En algún momento me pensé San Pedro, con todas las llaves que ellos me entregaron. Otra cuerda me lleva  a la Feria del libro del Zócalo. Allí me cuelgo desde el asta bandera, donde la miro: pobrecita! tan desgarrada, tan llena de hoyos por donde se filtra la sangre que empapa a toda la patria. La bandera me mira, avergonzada ante los honores que le hacen. Le digo que no se preocupe, que así es esto de los huesos y la carne. Le recuerdo de nuevo entre las cuerdas, aquellas palabras de Bulgakóv: "donde cae la sangre nacen viñedos". Las copas de vino que ahora nos bebemos provienen de esos viñedos. Como Bacantes, la Bandera y yo nos desnudamos en la plancha del Zócalo bañándonos con tinto mientras le cuento que durante algunos años estuve por allí, vendiendo libros en una feria, y que me encontré con mucha gente con la cual todavía convivo y que me hace creer que vale la pena seguir viviendo en estas tierras. Se ríe de una manera entre avergonzada y cruel. Quizá no me crea. Pero no me importa. Hace un tiempo dije que vendrían tiempos muy malos. Ahora digo que vendrán tiempos muy buenos. En ninguna ocasión me creerán, y es natural. La dejo que siga bebiendo. Ella lo necesita más. Si alguien tiene ganas de ver a la Bandera borracha, o adquirir uno de estos diez últimos ejemplares de Ronda de muertos, puede pasar a la plancha del Zócalo en los días de La Feria del Libro. 

Afortunadamente, la poesía me sigue salvando.

Tanya Cosío
San Cristóbal de las Casas, Chiapas. 2012.