domingo, 15 de abril de 2012

Digamos que soy una mujer triste que se alimenta de la risa







Después de tanto dolor y odio que he vivido, después de haber sido condenada al sitio de los fracasados, mi empeño se ha convertido en Flor. Ahora emergo de la nada profunda del todo para recobrarme sin límites ni espacios en blanco ni negritas ni definiciones ni términos. Salgo del lodo profundísima para mirar al Sol. Salir del oscuro blancor de las horas que se vuelven duras para acudir a cada segundo donde la mayoría de espíritus y seres ahondan en busca de VIDA. Pertenezco a la progenie de La Flor de Loto. Quizá nuestra condena por aferrarnos a no estar entre el lodo sin brillo alguno, el renunciar al fracaso, trae consigo no contemplar la noche. Tantas cicatrices me ha heredado la oscuridad, que he dejado de necesitarla. Todo cuanto conozco hasta ahora provenía del lodo. Algunos cantos y rimas me llevaron a transitar verdades intermedias. La noche fue cuna casa y comida. Me hundiré entre pantanos para no mirar lo oscuro y he de vibrar con la belleza de los pétalos del día que me han sido concedidos por el Eterno. Digamos que la risa es mi alimento y las palabras han dejado de describirme puesto que ahora mi interés es el Universo. No sé si he dejado de ser aquella mujer triste que languidecía ante Las Puertas del Infierno.