miércoles, 4 de junio de 2014

MÉXICO NO ES UN PUEBLO QUE ADORA A LA MUERTE. PEQUEÑO HOMENAJE A ELSA MALVIDO



En la Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería del año 2012 llevé a cabo un pequeño homenaje a Elsa Malvido. Armé un pequeño guión con fragmentos de su obra. Este día, conversando sobre la muerte y los mexicanos, recordé los textos de Elsa y decidí compartirlos. Aquí va una parte de dicho guión:




¿Será verdad que es una condición del ser mexicano el no temerle a la muerte? ¿Y usted cree que somos los únicos que hemos adorado y celebrado a la muerte? Pocas veces se pone uno a reflexionar acerca de las costumbres. Un ejemplo es el gran mito sobre el Día de Muertos en xico, fecha que se ha convertido en un lugar común promovido por la industria turística nacional e internacional. Alimentado por intelectuales  nacionales  y extranjeros  hoy es declarado patrimonio intangible de la humanidad.
Sin embargo, cuando  uno profundiza  en el estudio  sobre la muerte, sus ritos, costumbres y protectores, no puede  creer todo lo que los medios de comunicación  dicen sin ponerlo  en tela de juicio, sobre todo cuando  se ha tenido la fortuna de observar esta celebración en otros países del mundo católico y protestante.
Desde los años cuarenta  del siglo XX se ha dicho que  xico es un país escatológico  y morboso; que  sus pobladores se burlade la muerte, juegan con ella y se la comen virtualmente convertiden dulces de azúcar; incluso se ha dicho que en xico hasta la muerte  es dulce.

Usted, cuando piensa en la muerte, piensa que es algo dulce?

Tal idea se apoya  sobre  todo  en una  gloria nacional  dlas letras y premio  Nobel, el fallecido Octavio Paz, quien  afirmó euno  de  sus más conocidos textos: También para el mexicano moderno la muerte  carece de significación. Ah! Una aseveración muy fuerte, no creen? Esta frase lapidaria ha hecho  ver a los mexicanos como seres de otra especie, distinta a la mortal y humana, eso , ¡muy digna de ser poetizada!
Para esas fechas de las que estamos hablando, aproximadamente 1930, el país tuvo un fuerte repunte económico debido entre otras cosas al gobierno de Lázaro Cárdenas, a la nacionalización de sus ricos yacimientos petrolíferos (hoy agotados) y a la inminencia de la Segunda Guerra Mundial. La vida intelectual  logró teneun impacto  internacional destacado, antes  desconocido, de carácter  populista, laico, más bien anti católico siend descubierto   el  folclor  y  la  mita de   sus  habitantes, los indios. Su vida, ritos, explotación, padeceres, etc., se pusieron de moda, la memoria y el olvido históricos tampoco son exclusivos de los mexicanos, por etapas el país olvida a sus campesinos, les cambia de nombre y de repente los reconstruye  como indios, con ayuda de los antropólogos los reinventa políticamente.
Con Cárdenas  en  la presidencia,  a lo mexicano  se le identificó con el grupo prehispánico  más desarrollado  a la llegada de los conquistadores, los mexicas, y a ellos se les atribuyeron  ceremonias  que ignoraron  los 300 años de colonización española, un siglo de independencia y diez años más de revolución. ¿A qué viene todo esto?, a entender que los intelectuales  de entonces rescataron y recrearon algunas costumbres populares coloniales, católicas y/ o romanas paganas, y les asignaron un nuevo sentido, entre ellas a las fiestas de Todos Santos y Fieles Difuntos, otorgándoles un sentido  prehispánico  y nacional, difícil de probar pero fácil de creer. Lo que no podemos negar los mexicanos es que la muerte para nosotros sigue siendo cercana, familiar y doméstica,  ya que a pesar de los avances científicos,  ldesigualdad  social  es  evidenciad por  lalta  mortalidad infantil y que si bien la esperanza  de vida hoy alcanza los 80 años de edad y más, pocos serán los campesinos  y las clases bajas quienes logren llegar a los 50 años. Además de los 60 000 muertos con los que nos hemos engalanado en el último sexenio.
Por estofactores y otros que  no vieneal caso la muerte  en xico continúa  formando  cercanía y cotidianidad  de una gran parte de sus 100 millones de habitantes.
Si bien  se ha  insistiden  que  fueron  los egipcios  y los tibetanos quienes dedicaron parte importante de su vida y celebraciones  al más allá, sabemos  que el temor a la muerte  es y ha sido universal y que la diferencia estriba en que esas culturas dejaron  escritos que se han podido  conservar y traducir  a nuestros  idiomas, amén  dque  permearon a casi todas  las religiones que les precedieron, incluida la católica.
¿Es que hemos olvidado que los museos del mundo, los centros históricos, monumentos ceremoniales  y sus tesoros reconocidos  como patrimonio  arqueológico de la humanidad, son resultado  en su mayoría de rituales dedicados  a la memoride la muerte?  Por ejemplo, en el mundo antiguo:  las  Grandes  Tumbas  Sagradas  de  Pekín  y Shian,  así  como  los templos budistas; las pirámides mayas e incas; el Tahj Majal y su contraparte en la India; las abadías, santuarios, iglesias, templocatólicos sepultura  de santos asiáticos, europeos y americanos; las mezquitas  de Casablanca y del mundo islámico en general; o bien del mundo actual, las de Lenin en Moscú, Mao Tse Tung en Beijin, Franco en España o el Ángel de la Independencia y el Monumento la Revolución Mexicana, por  citar  los ejemplos  más conocidos.

Desps  de las pestes  del siglo XIV, el 2 de noviembre  del calendario  cristiano se dedicó a orar por todolos Fieles Difuntos, es decir, los católicos del mundo conocido, ya que  al inventar  la Iglesia una  tercera  opcn  dla geografía  del inframundo católico, el Purgatorio, dio oportunidad a que los fieles creyeran que gracias a sus plegarias y las de otros (sufragios), les otorgarían la licencia para salir del purgatorio  en poco tiempo o para evitar la vida eternen el infierno, el peor temor de esos siglos. El 1 y 2 de noviembre de alguna manera sirvieron tanto para recordar a los ancestros lejanos y cercanos, como para pedir pern  por los pecados, haciendo una reflexn sobre la fragilidad de la vida y la esperanza  de resucitar, sin olvidar que polvo eres y en polvo te convertirás, pero bien sabido es que el muerto al hoyo y el vivo al gozo.
Los testamentos desps   de  la invencn  del  purgatorio  empezaron a modificarse para destinar grandes fortunas para las misas y plegarias de difuntos, o bien para que aln pariente pobre entrara a formar parte del clero y dedicara su vida a rezar para el pern de los pecados de su beneficiario; a esto se le conoció como obra pía
Por su parte, los romanos un a de su calendario, no sabemos cuál, esperaron sen sus creencias el retorno de las almas de los muertos y a las 12 de la noche el pater familia lanzaba al techo de la casa unas habas que aún en Italia se hacen de dulce y se llaman fabis dei morti, para avisarles que ya podían volver al mundo de los muertos, que no se quedaran entre los vivos. Esas habas de dulce, sin contexto ritual en México, las sigue confeccionando la dulcería española  “La Cubana.

Esta tradición  con algunas  variantes  la hemos  encontrado hacdos años en España, pues en Santiago de Compostela  y en Galicia en general, el a 31 de diciembre se deja la mesa puesta  para que vengan los muertos familiares y compartan la comida de fin de año;  en Sicilia se cree que los ancestrovienen y les traen regalos y dulces a los niños de la familia el 2 de noviembre.
En  el  siglo  XIX,  los  costumbristas  Altamirano  y  GarcíCubas  se refieren a una parte de estas tradiciones como bárbaras.
Los pobres  incultos  ese  a ponían  la mesa  del  comedor  en  la noche esperando que a las doce de la noche, las almas de los muertos  vinieran a comer.
Esta  costumbre romana  y pagana,  llegó  a México con  los castellanos y en particular  con los gallegos, pues  muchas  de las costumbres paganas las  conservaro los  católicos,  como  las  piras  funerarias  que  fuerotan destacadas en la Nueva España.
Por la noche los del pueblo bajo, que sólo concurrían al paseo de la Plaza hasta las diez de la noche, hora en que irremisiblemente se cerraban  las casas de vecindad, ya en sus hogares encendían las velas en el altar de sus ofrendas, consistiendo  en  biscochos, fruta  y dulces, tamales  y calabaza  cocida; todo preparado con el expreso fin de que a la medianoche tuviesequé cenar sus deudos  difuntos. Además de ser supersticiosa  tal costumbre, es estúpida, por cuanto a que no realizándose el esperado hecho, tan contrario al orden natural, la gente se mantiene en sus treces, y cada desengaño sólo sirve para engullir, al a siguiente, las golosinas o distribuirlas a veces, entre sus amistades.
Al parecer estas dos celebraciones  se unieron desde el siglo XVIII en México, se tornaron  en una danza macabra que duraba  dos días enteros  y continuó trastocada en una fiesta popular en la Ciudad de xico durante todo el mes de noviembre, conociéndose como el Paseo o Verbena de Todos Santos, oen un sólo documento muy tardío del xico independiente el Paseo de los Muertos”
el 1 de noviembre de 1821 la gente, después  de visitar las iglesias, terminó  su recorriden la Catedral frente  a la Plaza de Armas o Zócalo, donde  se desarrolló la Verbena de Todos Santos.
El Ayuntamiento  de la Ciudad de xico ofreció al mejor postor cada mes de octubre  la organizacióde esta verbena  por medio de un rotulón. Dicho postor debió de contratar, a su vez, espectáculos decentes y permitidos para toda  la familia, y ofrecerlos a precios accesibles. Tuvo qucubrir los sitios para el baile y las obras de teatro, cuidar de la iluminación, limpieza y buen trato a los jardines que había entonces.
Se permitió  poner  carpas  o salones  parpresentar obras  de teatro, sobre todo  de marionetas  con óperaitalianas (como las de los Hermanos Rosete Aranda), carruseles de caballitos, juegos de dados, puestos de dulces, frutas y artesanías que trajeron los pobres de los alrededores para la venta. El  10% de  las ganancias  obtenidas fuentregado al Ayuntamiento.   El baile se anunció con rotulones  pegados en cada esquina y cos el asiento
6 reales.
Los puestos  de frutas y dulces se toleraron, a decir de las autoridades, porque  muchos pobres especulan  en varios espectáculos y se beneficiarán mostrándoles la equidad  del nuevo gobierno.
Sin embargo, los postores generalmente salieron con fuertes pérdidas. Entre algunas  dlas explicaciones  que  dieron  eran  “la escasez  drecur- sos de  todas  las clases dla sociedad  han  sido una  calamidad  para  esta clase de espectáculos, además  del mal tiempo  que apareen esos días. Año con año  los postores  solicitaron ampliar los días duso del espacio para aminorar las pérdidaofreciendo  a bajos precios sus espectáculos. De esta manera, encontramos casos en quse continuó  hasta  enero  del año siguiente, ocasionando serios problemas a quienes debieron de transitar por esos sitios (como hoy los vendedores ambulantes; nada nuevo bajo el sol).
Debierolimpiar todo  antes  de entregar  la plaza al Ayuntamiento  y tapar los hoyos hechos  para ponelos horcones, así como pagar los daños causados a los jardines.
A partir de 1871 no hubo postor y el Ayuntamiento  se tuvo que hacer cargo de realizar la festividad, bajo el argumento de que no es oportuno combatir la vieja costumbre, Al parecer durante los años del porfiriato la festividad fue mejorando pues  el Ayuntamiento  empezó  a tener  ganancias, con las quse compró una quina  de  vapor  y otros  útiles  para  servicio del  talledel  Gran Círculo de obreros y la cesión se extendió a la Escuela Correccional de Artes y Oficios. A cambio de esta romería se prohibieron  a partir de 1844 los paseos a los panteones el 1 y 2 de noviembre,  aunque dudamos mucho que se haya respetado tal prohibición.


La novedad  para la muerte  y sus habitantes fue el tratamiento al cuerpo muerto después  de la primera pandemia de cólera morbus de 1833, cuando las autoridades exigieroque  los muertos  se exhumaran  definitivamente fuera de las iglesias porque sus pisos debieron ser encementados para evitar cualquier  abuso  clandestino. Así surgió el nuevo  espacio  ritual, distinto  al que se había usado por tres siglos. Los panteones se situaron siguiendlas consejaborbónicas; fuera de poblado, en alto, donde  crucelos vientos para no contagiar a los vivos con los miasmas.

A, acudir el 2 de noviembre  a visitar a los muertos  sonó  bastante extraño, al igual que  imaginar  que  engalanaron susepulcros. Esto nos explica algunade las costumbres que damos  por ancestrales  y familiares, que  a decide  los escritores  de  la época, resultaron  para  ellos no  sólo novedosas, sino un tanto exóticas e irrespetuosas:

Ya se sabe que en México hay ahora nuevos cementerios, y de diversas formas usadas en otro tiempo. El cementerio Francés, el de la Piedad, en el mismo rumbo, el de Dolores, en las colinas de Tacubaya, los dos de Guadalupe, el de San Fernando  (cerrado), el del Campo Florido al sur de la ciudad y el de los Ángeles al noroeste. Allí estáenterrados los huesos  de los muertos  a quienes  tieneque llorar los mexicanos. El a de Todos Santos en la tarde unos  pobladores de  la capital  concurrían, como  hoy a los templos, para visitar las reliquias de los bienaventurados que en ellos se veneran  y otros banse prisa para disponer  todlo concerniente a la compostura en los panteones de los sepulcros  y monumentos que  habían  de aparecer  el día siguiente vestidos de gala.

Para hacer la visita a estos espacios que quedaban en las afueras de la ciudad, se tuvo que tomar el tren de mulitas o hacer grandes caminatas entre charcos y lodazales. Al borde de esos caminos se pusieron puestos  de toda clase de comida y bebida, entrlas que destacaba el blanco y maravilloso pulque.
Por supuesto cuando  la gente  llegó hastlos nuevos  panteones se encontró agotada, hambrienta y sedienta. Entonces, junto  con las flores y los adornos de las tumbas, sacaron y consumieron la comida y la bebida.
Adornar  las  tumba con  mantonede  Manila,  encajes  bordados, floreros y candelabros dplata  o Sevres, flores y velas era una  situación inédita. Por último, el pueblo desfiló para calificar la belleza y riqueza de las tumbas, así como el buegusto, al tiempo  que se aprovechaba la ocasión para lucir a las hijas y para completar el cuadro ¡beber y comer sobre y con el muerto!

Desps la muchedumbre comenzó a salir [de los panteones] pero no como sale una muchedumbre abatida y llorosa, sino como se desencadenaban las turbade la antigua  Roma[...] cuando  se inauguraban las Saturnales[...] por todas las calles de la ciudad circulaban todavía a media noche, los animados grupos afligidos, cantando y bebiendo. Las  celebracione de  Todos  Santos  y  Fieles  Difuntos  han  sido  fiestas de  guardar  en  el  mund católico, pero  lointelectuale mexicanos  las volvieron  mexicas  y prehispánicas, y los antropólogos slo han  creído. Sabemos que la cultura se reinventa  cada a y hoy Halloween es parte de nuestras  celebraciones, puehemos  pasado  a ser el traspatio  de Estados Unidos, aunque ya desd1930 en el centro de xico el altar de muertos  y el adorno de los panteones desde 1860 son expresiones de nuestro pueblo. Algunas veces creemos que las tradiciones son ancestrales, pero nos damos cuenta de que no es verdad. Hoy tratamode poner en su lugar y su tiempo algunas  tradiciones  de nuestro  pueblo  declaradas  PatrimoniIntangible de la Humanidad.
Es un poco absurdo pensar que se hubiera permitido sobrevivir a  las costumbres que durante tanto tiempo se empeñaron en destruir.  No es que me interese  en particular desmitificar una falsa idea sobre el mexicano y su amor patológico por la muerte. La clave está en poner en su sitio, con bases documentales, serias, el cambio de las costumbres funerarias, para  entender mejor  por  qué  tenemos tal o cual actitud  y notra; para saber que la concepción de la muerte es producto de la imposición manipula- dora que los grupos de poder tienen sobre nuestro ciclo vital, y ser concientes de que los rituales, al igual que nosotros, son perecederos y modificables, pues de otra manera  la antropología y la historia no tendrían  qué hacer. "Los mexicanos ven la muerte de muy diversas maneras, no hay una sola manera de ver la muerte. Eso sí, como animales que somos le tenemos miedo, mucho miedo”. Actualmente se prefiere una muerte rápida, sobre todo de enfermedades cardiacas,  para no padecer, cuando anteriormente la muerte deseada era la del sufrimiento, con lo que se acortaba la estancia en el purgatorio, según el catolicismo. Excepcional el caso del poblano Andrés de Carvajal, quien dejo pagadas 6000 000 misas. Estas disposiciones fueron para aquellos que tuvieron algo que testar ya que la mayoría no gozo de ellas “por ser tan pobres”, a decir de las actas de defunción; sus almas esperaron la compasión de sus familiares  y de los demás cuando se rezo por el ánima sola. Aunque la muerte fue democrática, la iglesia no, así que los pobres fueron enterrados en los atrios o fueron a la fosa común, ayudados por alguna cofradía penitencial. Entonces, la mal muerte, como contraparte de la buena muerte significó no tener al alcance dichos sacramentos, morir súbitamente o por accidente, ser enterrado fuera de sagrado y no haber dejado en orden sus últimos deseos, lo que garantizo al creyente terminar eternamente ardiendo en llamas del infierno, para su gran horror.


Otra veneración que se considera reciente y mexicana, y tampoco lo es, es el culto a la Santa Muerte. Hablemos de  “la vida” de la Buena Muerte y su trasformación en la Santa Muerte la cual tiene la intención de entender la manera en que el hombre crea, reinventa y deshecha algunos símbolos, dependiendo del momento histórico. Aunque la Santa Muerte parezca una novedosa veneración popular, mexicana y no católica, sabemos que desde finales del siglo pasado se comparte su culto con otros países latinoamericanos de tradición cristiana. Si bien presenta algunas variantes y diferentes nombres, su origen occidental es innegable.

Para seguirle los pasos tenemos que ir hasta el medioevo, cuando la Iglesia católica predicó la Buena Muerte, bajo la cual los creyentes conformaron cofradías y congregaciones para evitar tener una Mala Muerte. 
Por estos motivos y otros de tipo histórico-epidemiológico, como la peste, “la vida de la muerte” tuvo una larga gesta católica que se remonta en Europa hasta el siglo XIII y se insertó en el Nuevo Mundo después de la conquista en sus distintas versiones en todos los virreinatos.
Su construcción iconográfica fue manejada en cinco versiones: el cráneo con los fémures cruzados, el cráneo simple, el cuerpo humano casi etéreo, el semidescarnado y el esqueleto seco.
El temor a la muerte y a  la vida eterna en el infierno en países de tradición católica se mantiene vigente aunque Octavio paz haya dicho lo contrario sobre los mexicanos. La necesidad de creer en la inmortalidad y la trascendencia es algo que sin importar los tiempos compartimos con la especie humana.
Sin embargo, en las épocas en la que el ser humano esta amenazado de muerte y esta se adueña de las calles y penetra a las casas, el esqueleto y el cráneo han sido de sus escondites para exigir su culto en la segunda guerra mundial, los nazis pintaron cráneos en sus cascos como los piratas, y en sitios como las distintas cárceles del mundo, en diferentes tiempos y sin importar la cultura, los presos se ha hecho tatuajes que representan a la muerte. Así mismo cuando la mortalidad masiva y cotidiana producida por la peste hizo que la muerte en sus distintas versiones se apoderan del arte, persiguiéndolos a todos, el pueblo se identifico con ella y la uso como protección hoy el mundo padece una guerra ¨fría¨ donde la inseguridad, la pobreza, las drogas, la muerte y los vicios se subliman y ese miedo ha sacado a relucir a la imagen ex católica de la muerte; la gente demanda su protección contra el nuevo y mas antiguo temor, el dejar de ser.
A pesar de las persecuciones y asedios de la curia católica y gubernamental, la santa muerte ha sobrevivido y queda claro que con o sin registro oficial seguirá siendo importante mientras no se solucione la inseguridad en este país su culto es muy amplio y en los últimos diez años se ha incrementado sustancialmente, mientras que los rituales y las oraciones en su honor como ella misma, se reinventan.
Desde que México sustituyo a Colombia en el narcotráfico, las necesidades insatisfechas de los mexicanos sin trabajo, sin esperanza y mucho riesgo, la han patrocinado, lo cual no fue producido por la santa muerte si no por los gobiernos globalizados. La explicación resulta ser muy simple, los mexicanos saben cada día cuando salen de sus casas pero no si regresaran vivos, asi que su única aliada puede ser la misma muerte.   



Elsa Malvido Miranda también conocida como “La malvada Malvido” nació el 14 de febrero de 1941 en el Distrito Federal. Inició su formación académica en la entonces Escuela Nacional de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM donde estudió Periodismo. Posteriormente, ingresó a la Escuela Nacional de Antropología e Historia, donde encontró su gran vocación.



Realizó dos maestrías en Historia, una en el Colegio de México (1965-1967) y la otra en la UNAM (1968-1970). Se integró al INAH desde 1967, donde tuvo una ardua participación como investigadora y coordinadora de varios proyectos, exposiciones, seminarios, congresos y curadurías.

Además de los estudios que desarrolló a lo largo de 39 años en la DEH, también participó en la edición del disco Suenen tristes instrumentos, música funeraria mexicana (2001). Así mismo, fue fundadora y curadora del Museo de la Muerte en San Juan del Río, Querétaro, en 1996.

Trabajó durante 44 años en el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH-Conaculta), en donde desarrolló investigaciones de largo aliento sobre el devenir de la salud, la enfermedad y la muerte en México.


Fue una de las más reconocidas investigadoras de la Dirección de Estudios Históricos (DEH) del INAH, donde coordinó el Taller de Estudios sobre la Muerte desde 1987, el proyecto Salud-Enfermedad de la Prehistoria al Siglo XXI a partir de 1986, y el Seminario de Demografía Histórica en el que comenzó a trabajar desde 1970.

Una de sus mayores aportaciones fue el Congreso Internacional sobre Salud y Enfermedad de la Prehistoria al siglo XXI, foro multidisciplinario que se lleva a cabo cada año desde 1988, entre los meses de agosto y septiembre, para discutir temas en torno a problemáticas que en materia de salud enfrenta la población mexicana incluso desde tiempos remotos, y hablar de personajes históricos en el ámbito médico.

Además, formó parte de diversos proyectos de investigación del INAH, entre ellos “Chapultepec, cementerio de San Miguel Chapultepec” (2004-2007), “Las catacumbas del Templo de San Agustín, Aguascalientes”, junto con la Secretaría de Obras Públicas de ese estado (2005-2007), y “Las momias de México” (1999-2008), en el que hizo labor de catalogación para la Dirección de Antropología Física de este Instituto.
Por último, citaré algunas opiniones de Elsa durante una conferencia que llevó a cabo:
Dijo que los mexicanos temen a la muerte porque no hay regreso y representa el olvido y el fin, aunque en la primera mitad del siglo XX se "fabricó políticamente" la idea de que nos reímos y burlamos de ella.