domingo, 30 de marzo de 2014

HELENA PAZ (esto lo escribí en febrero, y hoy me entero de la muerte de mi Querida Helena)

Helena Paz o una locura creada








para Yatzil del Carmen

A UN JOVEN
Era tan joven
que todas las primaveras del mundo
se habían dormido sobre su frente.
Helena Paz

Helena Paz Garro. Mujer políglota, sensible, culta y atractiva. Nació en la Ciudad de México en 1938. La mayor parte de su vida transcurrió al lado de su madre, fue su eterna acompañante. Cuando Octavio y Elena Garro murieron, ella quedó bajo el cuidado de su primo, Jesús Garro, del cual contaban historias tremendas, como aquellas ocasiones en que a ambas “Chucho” las golpeaba o a decir de Elena, Jesús había tomado a Helena “como su mujer”. Precisamente los últimos años, según dicen, la encerró en un siquiátrico disfrazado de asilo. Allí vive en este momento, en la Ciudad de Cuernavaca. Dicho hombre es el benefactor tanto de las regalías de Elena Garro como de la miserable pensión que le asignó Marie-José Paz  a Helena tras la muerte de su padre (tal parece que Octavio contempló una pensión más elevada). Es cierto que no es tarea fácil el cuidar a esta pequeña que se salvó dentro del cuerpo adulto. Sus reacciones pueden ser temibles. Sólo una niña puede describir de esta manera la relación con su gato:

BLANCO COMO UN MERENGUE

A Coli, mi gato blanco

Blanco como un merengue,
blanco como el gato de Alicia,
dulce como crema batida,
dos estrellas de arena adornan su frente
constelada de Edelweiss.
Ligera como una nube en un cielo de verano,
mi pequeña Coli nunca me ha arañado.
Me mira: con su ojo tuerto que eternamente sangra.

N.B. El gato de Alicia en el país de las maravillas
Cuernavaca, 1995


Este verso del ojo tuerto que eternamente sangra me remite a su niñez. A la edad de tres años la violó Pepe, el segundo esposo de la madre de Octavio Paz. Ella lo relata en su libro Memorias:
“Tendría unos tres años cuando, en una ocasión me vi envuelta en una tragedia. Pepe me tomó en brazos y me llevó a casa de mis padres. Yo echaba sangre por mis genitales. Era domingo y estaba toda la familia Garro: mi tío Albano, el hermano menor de mi madre, entonces muy joven, mi abuelito José Antonio, mi abuela Esperanza y mi tía Deva con Guerrero Galván, su esposo. Sin contar a mis papás. Llamaron enseguida al doctor Buckardt, un pediatra suizo que se ocupaba de mis primos y de mí, cuando por casualidad yo estaba en casa de mis padres. El doctor se alarmó mucho. -sí…- Esta niña ha sido violada repetidamente y, además, tiene una gonorrea ya antigua. Mi abuela Pepa y Pepe quisieron acusar a mi tío Albano. Mi abuelo José Antonio, que pertenecía a la pequeña nobleza asturiana, los contuvo. ¡De esta casa no se mueve ningún hombre! -dijo con energía-, nos vamos a hacer, todos, la prueba de gonorrea. Pepe viéndose atrapado respondió con cinismo: -Es inútil. Yo la tengo hace años es incurable- y casi corriendo, junto con Pepa se largó de la casa de Saltillo. El imbécil no sabía que ya había cura para la gonorrea. Entonces, me quedé con mis padres, y recuerdo que mi abuela Esperanza y mi tía Deva me llevaban al consultorio del doctor Buckardt. Ahí me sentaban sobre una mesa. Tenía los genitales desgarrados y el médico me cauterizaba con hierros candentes; mi llanto era interminable, era algo muy doloroso. Esas violaciones y el tratamiento me dejaron estéril. No obstante, tan pronto estuve curada, mi padre me volvió a llevar a vivir a casa de su madre, y me volvieron a contagiar la gonorrea. Pepe era un enfermo sexual”
Al conocer este libro “Las cabezas bien pensantes” como atinadamente las llama Elena Garro, comentaron con indignación que se descalificaba al gran poeta Nobel Mexicano y además las tildaron de “Memorias del corazón”. Para la crítica son chismes que no aportan “nada” a la literatura y a los dos grandes escritores Elena Garro y Octavio Paz. Así que desacreditada una vez más, primero en su infancia con este episodio doloroso y después por los lacayos de Paz que aún le sobreviven. Es una vergüenza hacer tanto hincapié en la locura de Helena Paz y no querer tocar la estupidez de Octavio. En fin, “Premio Nobel” de literatura, que no humano, así que a las claras deberían de estar tanto los desequilibrios de la madre, de la hija y del padre como de cualquier otro ente literario. O simplemente dejar en paz a todos y sólo percatarse de “la obra”. Las Memorias de Helena Paz Garro publicadas por la editorial Océano en el año 2003 fueron retiradas del mercado. De tal forma que es imposible encontrarlas en librerías. Probablemente la mano “Marie-José” lo hizo, probablemente los lacayos, o confabulados. Injusticia tras injusticia. No le concedieron vivir con su inteligencia deslumbrante. A muy temprana edad la asesinaron con el título de “loca” y no le permiten el consuelo de mostrar la visión de la hija de “dos genios”. Brotaron por allí voces de la ignorancia que pretenden ese libro “se lo escribieron”. Con anécdotas como esta me queda claro que no es la literatura la que habla sino el mercado. Quizá en otros tiempos no fue así, pero lamentablemente estamos en épocas profundamente oscuras en las que ya no pretenden ni tamizar la violencia generalizada contra todo lo sensible. Helena sí practicó el desarreglo de los sentidos del que hablaba Rimbaud. Arthur es su poeta favorito.

Sin apenas saberlo, Helena heredó de sus padres lo mejor pero en cuerpo de mujer. Quizá, si hubiera sido hombre, otra historia estaríamos contando. Qué tal pensar en un “Octavio Paz Garro”. ¿La indiferencia hacia su obra sería la misma? probablemente admirarían que siguiera los pasos de padre y madre. Pero fue mujer y mexicana, para coronar sus desgracias. Uno de los pocos escritores que desde siempre apoyó a “Las Elenas” fue y es René Avilés Fabila, quien publicaba poemas de Helena Paz en el periódico unomásuno. Y quien comenta:
“Memorias, es sin duda el mejor de los testimonios personales que se han dado en las letras latinoamericanas. Es un libro duro, no es complaciente en sus recuerdos, hay palabras severas para el padre y velados reproches a su madre. Escrito con elegancia, con una prosa trabajada, reconstruyendo una vida incierta, de vaivenes y pugnas para ella apenas justificadas y justificables, la escritora nos ofrece su asombrosa vida, llena de claroscuros. Me parece que sólo los diarios de Anaïs Nin pueden compararse a este libro”.
Paz Garro una inteligencia lúcida, un espíritu irónico. Conoció a Yukio Mishima en Japón cuando su padre era embajador y ella cuenta que aparece como personaje de la novela “El pabellón de oro” y que él le regaló una muñeca japonesa. Helena es una invención de la invención de dos invenciones que se fusionaron y que al no reconocerse estallaron. Existen quienes enloquecen para no ver su dolor. Y a quienes el dolor enloquece de tal forma que pueden permanecer en la frontera de la locura con saltos incesantes a lo cotidiano. Helena pertenece a los segundos. Dejemos que nos hable del tiempo:

EL TIEMPO

El tiempo no nos conduce a otra región
más allá de nosotros mismos
y de nuestro mundo de árboles verdes;
más allá de la tierra y de los astros,
a través del cielo cuyos ángeles cantan
como copos de lana.
El tiempo, huso blanco e inmóvil
no nos devana.
Los lentos paseos de las damas medievales
vestidas de verde,
hojas más que rosas en el jardín de la torre,
y las almenas de donde a veces se asomaba el duende
con su mandil de cuero, al cual nadie había podido
robar su tesoro.
Y el sueño del muchacho bajo un rosal en flor.
Pastor, pastor, ¿no has visto pasar aquí a la belleza?
Está vestida de raso blanco,
en sus dedos guantes rojos
y su cabellera flotando al viento
tiene el olor de la mejorana.
El tiempo nos ha fijado en el espacio
entre las cuatro paredes de un cerebro
que no puede imaginar mundos sin tierra y sin
agua,
la exhalación de la luz,
los torrentes infinitos de las vías lácteas
resbalando por el cielo,
la sombra plateada de la niebla,
el espíritu irisado del éter que silba
en columnas de cristal,
y las almas acorraladas de los animales
-los ciervos, los conejillos, que vagan por otro
bosque-,
y los planetas dorados
que habitan los ojos de los gatos,
y el amarillo triunfante,
el amarillo espectro del sol
donde se pierden todos los gritos.

N.B.  Versos de una canción medieval francesa.
París, 1960.



 Este poema lo escribió antes del terrible exilio al que se vieron confinadas en 1968. Después del movimiento estudiantil se fugaron. Y el miedo comenzó a cercenar su cordura. Se convirtieron en “las incómodas” dentro del ámbito intelectual de dudosa izquierda. Compartieron persecución, olvido e indiferencia. Las enjuiciaron injusta y cobardemente. Elena y Helena después de retornar a México en los noventas, poseían esa desesperación de Jacques Brel en “Ne me quitte pas”. Como si creyeran que en algún momento el país, “las cabezas bien pensantes”, descubrirían el error que cometieron contra ellas y consolarían sus heridas. Jamás pasó. Helenita nunca alcanzó “su isla”.

MI ISLA

Mi isla de oro
tan próxima tan lejana.

La acerco con mis olas.
Busco adivinar lo que encierra su frente
para alcanzar el núcleo de sol
en que se reabsorbe su ser,
las playas blancas de sus pensamientos,
la risa en su alma rumorosa de pájaros.
Se aleja
se convierte en una minúscula canica de oro
y rueda bajo la puerta
para siempre.

París, 1982

Para el entorno inmediato en el que se crió, era más importante la aceptación de los grupos de poder que el sutil tintineo del alma. Después de su largo exilio, las confinan al olvido y son rechazadas por el círculo literario mexicano. Inician una tremenda confrontación. Los insultos que alternaban en francés y español eran terribles. Por fin la condena cumplía su propósito. Ni entre ellas estaban tranquilas. El dinero siempre era insuficiente, las publicaciones de la obra de Helena Paz Garro no aparecían por ningún sitio. Publicó en Francia dos poemarios, uno de ellos con prólogo de su amigo Ernst Jünger. Tiempo después de que sus padres murieran, por fin pudo ver publicado su primer libro de poemas en México, bajo el título “La rueda de la fortuna” en el FCE con el prólogo de Jünger. Helena solía decir que era “la mierda de los dos genios”. Para los intelectuales que en su momento las deploraron el ver cómo se sumían en la desesperación y la locura era el pago justo a la traición. Así que muy pocos se conmueven ante el dolor de Paz Garro. Pero la obra siempre se abre camino. Su historia es todavía más cruel que la de su madre, puesto que a ella la llevaron a circunstancias límite no sólo la sociedad sino que también sus padres con la tremenda presión que ejercían contra ella: tal parece que pretendían aniquilarla. A pesar de ello, Paz Garro posee una percepción sobrehumana y una delicadeza extrema. Su cuerpo palpita entre recuerdos y escritos. Vive con absoluta desesperación el perpetuo desprecio hacia su persona y obra. El ansiado reconocimiento tal parece que nunca llegará. Y sin embargo aún lo busca. La condenada a vagar por laberintos:

ME DIJERON
A Gonzalo Valdés Medellín
Me dijeron
que no podía salpicar de sol un lienzo
ni lanzar un puñado de barro
y algunos ramos sobre un cuadro
para crear un bosque.

Mis manos
no podían convertir el marfil en un cuerpo,
posar alas de libélula
sobre palillos rojos
para hacerlos girar al menor soplo;
acumular
columnas, escaleras, calles,
hasta construir una ciudad.

Poner un andamiaje a la armonía de los planetas
y de las vías lácteas,
con esqueletos de hilos de oro
y jaulas para la luna
donde duermen nuestros sueños más profundos.

Ya que, mujer, debía errar
en nuestros laberintos interiores.
¡Eterno Minotauro!

Nueva York, 1959

A temprana edad lo aprehendió y muy pocas personas en el mundo se pueden jactar de conocerla. Sólo saben de las groserías y escándalos que orquesta. Hablan de “su locura” y les satisface que la hija de dos grandes de la literatura esté perdida. Como si el talento con los hijos se tuviera que pagar. No perciben la ternura, la viveza, la risa franca que estalla en rocío cuando se alegra. Menos aún a la poeta delicada y enigmática. La mujer de las batas de seda, los gatos, y la mirada extraviada que se puede extasiar en una contemplación. La única hija del único premio nobel de literatura mexicano. Octavio, a pesar de los pesares, la quería. Octavio Paz jamás supo amar a las Elenas, porque eran mujeres del futuro. Pero siempre las procuró, siempre, hasta el momento de su muerte, veló por ellas. La hija de la creadora del realismo mágico. ELENA PAZ GARRO, la poeta, la escritora, con la que puedes pasar horas interminables conversando de las cosas más triviales y espirituales. Tiene la teoría de que Greta Garbo era la Zarina. Católica y lectora de tarot, la que tuvo que esconderse durante tanto tiempo que cuando quiso salir ya era tarde. Abandonada. Cumpliendo los “Recuerdos del porvenir” de su madre, quien escribió en 1980:

HELENA PAZ

Sola
Sola una decena de años
Años sin arco iris, sin lluvias
Sin jardines, sin comida.
Ella es mi espejo
Yo soy su espejo
Y no existe nada más
Sólo el hambre que ronda
los muebles alquilados
guardados por las cuatro paredes alquiladas
Helena no ve rosas
ni jazmines
ha olvidado los pinos
Alguna vez presidieron su casa
Esto sucedía en la otra vida
Ahora Elena es sombra
perdida
en la ciudad repetida
cuyas calles jamás desembocan en el campo
Alguna vez
en la Morgue
frente a las mesas niqueladas
cubiertas con sábanas
estuvo tiritando de frío
oliendo los trozos de cadáveres
que llevaron nombres conocidos
encerrada
herméticamente encerrada
para librarse de los asesinos
de rostros oscuros
La noche no fue más larga
que las noches que han seguido
ignora los días
aquella era una noche de domingo
que terminó en la mañana sedienta
de un sediento lunes.
Ahora
en esta noche ardiente
encerrada entre cuatro paredes
sola
sin cadáveres cubiertos en las mesas
sigue siendo:
¡Loca! ¡Loca! ¡Loca!
Los encargados de la cultura se reúnen
brindan
y esperan el gran entierro colectivo
Hay que morir en masa
la muerte es colectiva
la muerte privada es un prejuicio
Sólo se festeja
La muerte del Gran jefe
y Helena espera
la ejecución en masa de los desheredados
sin lápida, sin cruz, sin nombre
Aquí no ha muerto nadie.

Domingo, 22 de junio de 1980. En la noche cuando Helena duerme y yo velo.
Elena Garro


Helena Paz padece su talento y el de sus padres. Sus poemas los guardaba en bolsas negras de basura. Esperando un editor que se interesara por ellos.  La “última de sus joyas” es un libro elaborado de manera artesanal que contiene 23 cartas, escritas a “manguillo” por Octavio Paz a Elena Garro, en 1935. Pretende publicarlas para allegarse de recursos. Helena Paz:

LA LÁMPARA

Soy un libro abierto de mil páginas
sobre el que se columpian
antes de alcanzar sus sombras
las hojas del otoño.

México, 1954
Tanya Cosío
Guadalajara, Jalisco, México.
Febrero 2014.