miércoles, 23 de junio de 2010

Gravedad personal. Carlos Larracilla
Existe la mujer esquirol: es aquella que habiendo podido liberarse se ha negado a ser una mujer total. Es la que claudica y prefiere posar como un perro en un concurso de belleza. Se ocupa de ofrecer al hombre lo que pide y está pendiente solamente de lo que él espera de ella. Ha decidido no tener una vida propia y vivir para satisfacer al hombre. Es capaz de adelgazar hasta la muerte por complacer la imagen famélica de "la" mujer que ellos han impuesto. Son las mujeres de largos cabellos e ideas cortas... Y evidentemente no me refiero a dejar de tener el cabello largo, sino a dejar de tener las ideas cortas. Hay mujeres que son esclavas sin darse cuenta de ello; a ellas les hace falta despertar. Pero cuando las mujeres son esclavas sabiendo que lo son encarnan la peor prostitución y esquirolismo. Y en ese sentido la responsabilidad de la mujer despierta no podría ser mayor: es la misma que la del filósofo platónico que ha de retornar a la caverna a despertar a los demás. Es la que en su Ensayo sobre la ceguera le otorga Samarago a la única que mantiene la vista en un mundo de ciegos: cuidar, guiar y esperar tiempos mejores. Tiempos mejores no sólo para la mujer, también para el hombre. Paulina Rivero Weber. SE BUSCA HEROÍNA

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