Azota el norte1
Azota el norte,
en las calles papeles y hojas
se persiguen con rencor.
Gimen las casas,
se enroscan los perros.
Hay algo insertado
en el dedo de la tarde,
una espina de bagre,2
un clavo enmohecido.
Alguien desmedidamente
fumó cigarrillos en el cielo,
lo dejó encapotado, lánguido.
Aquí a ras de suelo nadie pudo
pasear su sombra,
refugiada la gente en su casa
descubre sorprendida su miseria.
Rumor de palmas3,
alguien por allí quedó burlado.
Hoy el mundo
se acordó de tener entrepiernas,
súbitamente el pueblo comprende
que a veces hay necesidad de cerrar las puertas.4
¿Quién puede adivinarme
por qué medito sobre esta tarde?
¿Por qué me nace
acuchillar el corazón
de quien desenredó la boca
del viento que hoy azota,
encajar olotes en la nariz
del fantasma que resuella afuera?
Se carcajean los árboles,
desternillándose de risa
festejan
que no hayas llegado a la cita.
Tráiganme ahora
los pájaros
que encuentren en los árboles,
para que yo les diga
si las pestañas del diablo son ensortijadas.
Víctor Terán (Juchitán, Oaxaca, 1958)
1Norte: viento impetuoso que azota el Istmo mexicano de octubre a febrero.
2Espina de bagre: la herida con espinas de este pescado produce un dolor intenso.
3Rumor de palmas (caxidxi zinña): expresión zapoteca que significa decepción a causa de que alguien no pudo acudir a una cita.
4Cerrar las puertas (guendaruseegu’ ra lidxi): Los zapotecas tienen la costumbre de no cerrar nunca las puertas de sus casas.
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