Besé tu noble calavera
tu cabeza sin cabello
tu rostro ya sin cejas
tu mano fuerte
aferrándose
tu cuerpo aún
con el calor
de lo vivo.
A dónde, entre qué
anda la muerte
cómo se llama
cómo le hablas
cómo la encuentras.
¿La buscas?
Miguel Hernández le escribió la Elegía a Ramón Sijé el 10 de enero de 1936.
Leo, tú te mueres un 11 de enero de 2010.
No puedo dejar de pensar en las dentelladas en escarbar la tierra
en liberar tu noble calavera.
Compañero del alma.
No perdono al cáncer apasionándose con tu cuerpo.
Tampoco perdono a la ciencia médica ni a mis dientes tan frágiles
que no pudieron liberarte de la caja ni el concreto de la tumba.
Quiero ver los múltiples rostros de Dios
para saber si alguno puede explicarme tu muerte.
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