miércoles, 20 de enero de 2010

Haití. Los damnificados eternos y los buenos seres humanos que dicen conmoverse

Es extraño que ahora todo el mundo se conmueva y quiera enviar ayuda a los damnificados eternos. Cuántos de los que ahora se estremecen por el dolor de los haitianos saben de la pobreza que también reina y gobierna en sus propios países o continentes? en México por lo menos tenemos una cantidad insufrible de seres humanos viviendo en condiciones de marginalidad y pobreza ignorados por todos: sociedad, gobierno, partidos, filántropos. Sin carreteras ni servicios de agua potable ni alcantarillado ni salud ni educación. En fin. En cuántos países pueblos o rancherías se vive como si hubiera existido un terremoto que devasta no sólo las construcciones sino también las posibilidades de soñar, imaginar, creer o mantener un brillo eclipsado de esperanza. Tan sólo la mayoría de las comunidades indígenas en nuestro país viven en esas condiciones. Acaba de nevar en Jalisco y en las zonas huicholas las personas tenían que andar con huaraches y sin poderse cubrir puesto que no tienen los recursos para hacerlo. Claro, los huaraches son tradición pero en condiciones climáticas adecuadas. Ahora con todo este descuido animalmente humano del calentamiento global en el que todo se sacude menos la idea de comprar y comprar, las necesidades obligadamente han cambiado. Cuál crisis mundial. Es lógico que si antes había tres marcas importantes de ropa o perfume o cualquier producto en algún momento tenías las tres. Pero ahora hay cientos, cientos de "buenos restaurantes" de "buenas marcas" iPod, Blackberry, el celular que tiene más nitidez, las pantallas más planas o enanas o gigantes, las cremas, los peinados, ataúdes con oro, sin oro, con plata, con silicio... automóviles (ahora resulta que hasta las camionetas estilo militares son lindas, al rato querrán andar en tanquetas rojas o negras brillantes) ordenadores, computadoras, unas más pequeñitas, otras más grandotas, casas y casitas departamentos con facilidades, sin facilidades... ja,ja... cuál crisis? simplemente no se puede comprar todo lo que a cualquier@ se le ocurra ponerse a vender. En cada esquina o colonia o barrio se multiplican los cafés, restaurantes, supermercados, plazas, cuántas tiendas y de qué tiene la plaza comercial más pequeña del país y cuántas y de qué la más enorme. Puede uno no estar en crisis simplemente no deseando todo lo que vemos. En eso es en lo único que seguimos manteniendo en estos tiempos globalizados globalizadores el espíritu de niños. Pero en la imaginación, en la creación, en el amor al ocio y la contemplación, en pelearnos y al segundo siguiente no saber por qué, en eso no. No nos parecemos a los niños que nunca dejamos de ser. En fin. Más que conmoverme tanta entrega y repartición de bienes a Haití me incomoda, me indigna. Ahora aparece este país. Pobrecitos, hay que ayudarlos. Ayudaríamos más si cambiamos nuestra forma de vivir y percibir al mundo. Si dejamos de comprar y de aplaudir cada producto tecnológico que aparece frente a nuestros ojos. Para qué una casa o un departamento si en cualquier momento viene un temblor un tsunami o la muerte misma por cada un@ de nosotros y todo lo derrumba... ja,ja... y eso me hace sonreír hasta el corazón. No necesito condolerme de nadie ni nada para ser infeliz o feliz o fingir que es dolor el dolor que de veras siento... ja,ja... una buena década parece acercarse a tientas sobre nuestros hombros y caminos. Sólo andar los pasos antes de que a la putilla del rubor helado tengamos que decirle: anda, vámonos al diablo!

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