sábado, 4 de septiembre de 2010

OTRO CREDO EN EL QUE CREO: CHRISTOPH SCHLINGENSIEF

 
Creo en Christoph Schlingensief como si fuera el Credo que alguna vez rezamos ambos. Ya que crecimos bajo una rigurosa educación católica. Su reciente muerte este 21 de agosto no es un vacío lo que nos deja sino un gran trabajo para llevar a cabo. Según Borges "las casualidades no existen". Christoph eligió desaparecer corporalmente un día 21. Un 21 de marzo de 1960 sucedió la tragedia racista de la ciudad de Sharpeville, en Sudáfrica. Ese día se reunieron 20000 personas para protestar sin violencia contra el apartheid. Y esta manifestación pacífica obtuvo la  respuesta violenta de la policía que disparó contra los manifestantes. El resultado: 69 personas muertas y 186 heridas, de las cuales, muchas eran mujeres y niños. A este suceso se le conoce como la Masacre de Sharpeville. Es en memoria de estas víctimas que cada 21 de marzo se recuerda la lucha que se debe librar contra la intolerancia racista y la violencia. ¿Por qué citar África al hablar de Schlingensief? porque uno de sus más importantes trascendentales y últimos proyectos tiene que ver con ella. El pasado 8 de febrero de este año colocó la primera piedra de un complejo operístico en las afueras de Uagadugu, la capital de  Burkina Faso. El arquitecto Francis Kere, de Burkina Faso, que reside en Berlín, es el encargado de llevar a cabo esta maravillosa empresa. El complejo artístico comprende además del auditorio, residencia para artistas, albergue-hotel, dispensario de salud y escuela de música y teatro para 500 alumnos. Las clases estaban previstas para iniciar el próximo mes de octubre. Esperemos que la ausencia corporal de Schlingensief no lo impida.

A un hombre como él, era necesario etiquetarlo como "Provocador". Con la finalidad de demeritar todo aquello que hiciera o dijera. El mismo decía: "en Alemania mi persona está rodeada de prejuicios. Cuando voy a algún sitio, creen que rompo las mesas a puñetazos o que incito a matar políticos".

En 1997 Schlingensief fue arrestado durante la exposición Documenta X de Kassel después de que en uno de sus escenarios usara un cartel en el que se leía "mata a Helmut Kohl" .

"No tengo nada contra los negros, contra los extranjeros, no soy racista, ni nazi. Tengo el mismo problema que todos nosotros en Europa. Vivimos a costa del Tercer Mundo, éste es nuestro mayor problema y tiene que ser tematizado".

Declaraciones como esta pueden poner a temblar a cualquier País del Primer Mundo. Ninguno de estos países está dispuesto a tematizarlo. Ni a reconocer aquello de lo que nos habló desde hace tiempo Frantz Fanon, en "Los condenados de la tierra" donde hacía un llamado urgente: Y ha llegado el momento de denunciar el fariseísmo de algunos. La reivindicación nacional, se dice aquí y allá, es una fase que la humanidad ha superado. Ha llegado la hora de los grandes conjuntos y los anticuados del nacionalismo deben corregir, en consecuencia, sus errores.

Un hombre como Christoph Schlingensief evidentemente lleva a las cúpulas del poder a acosarlo duramente. Un intelectual, un artista que denuncia con su vida, con su obra, con su grito, con sus puños, la falta de humanidad en una población que se dice "Civilizada". En un mundo que cree que ya lo sabe todo. Llega un humano y le hace muecas como las que él hizo acompañado de otra mujer maravillosa, Elfriede Jelineke, que continúa viva y la cual declara al hablar sobre la muerte de su gran amigo: "uno de los más grandes artistas que vivió jamás" "alguien así no se podía morir; es como si la vida misma se hubiera muerto". 

Ambos participaron en Viena durante la época del ultraderechista Joerg Haider, en Gran Hermano: decidieron emular, con una parodia, el reality televisivo, con solicitantes de asilo instalados en una aldea de contenedores. El público podía votar quién se quedaba y quién era expulsado.

Seguramente esto también impulsó las críticas que llovieron después, como aquellas que recibió durante el montaje de Parsifal de Wagner, en donde se le acusó de "racista" . Y recientemente se le criticó acremente por tratar de imponer una cultura elitista europea en Burkina. Schlingensief declaró: -al contrario- se trata de "aprender de África". "Esto no será una cosa bonita al estilo de Bayreuth. Movilizaremos y ayudaremos a la creatividad de la cultura indígena". La creación de esta "aldea de ópera" en Burkina Faso provocó que  se le comparara con Fitzcarraldo, ese otro ser maravilloso, creado por Klaus Kinski bajo la dirección de Werner Herzog.


Y creo en él porque también considero que el arte no es inútil ni debe estar apartado de la vida cotidiana. Arte y vida son intrínsecos. El que su desaparición física haya sido un 21, es evidencia de lo que vino a hacer al mundo, el trabajo que vino a realizar: EN CONTRA DE LA XENOFOBIA, A FAVOR DEL ARTE Y LA TRANSFORMACIÓN, LA CREACIÓN. 

Una ocasión, en una entrevista, cuando le preguntaron si era real eso del partido político que fundó y que por cierto terminó en bancarota, declaró: "Iba en serio. Es cierto que en Alemania nadie se lo creyó, excepto los afiliados. Era un partido para las minorías que forman la mayoría: minusválidos, desempleados..."

 Una premisa fundamental que guiaba los pasos, las obras, las rupturas de Schlingensief puesto que no era un hombre que confrontara por ocurrencias o por hacer reír o por ser aplaudido o aclamado como "un gran artista" mucho menos por complacer instituciones o al medio teatral cinematográfico o del arte contemporáneo,  a pesar de ser uno de los más emblemáticos artistas que ha dado y dará  Alemania,  era, es, puesto que su labor realizada merece darle continuidad, concientizar a Europa de todo lo que le debe a África. Alguna vez declaró que no era nacionalista pero que sí prefería África a Europa.

"África es el continente que paga los platos rotos de muchas cosas. Es el continente a cuya costa disfrutamos nuestra riqueza en Europa y en todo el mundo. Y cuando alguien afirma que en África hay una sociedad que nunca podrá alcanzar nuestro nivel, pues entonces esto es fascistoide".

Quiero extender esta afirmación hasta América Latina, porque también gracias a las riquezas de estos pueblos es que se mantienen los países del Primer Mundo.

En nombre de este maravilloso ser humano que este pasado agosto dejó la tierra en forma corporal para llegar hasta nosotros con los tentáculos del pensamiento que se dispersan y extienden por todo el universo cuando un hombre como él ha sido capaz de existir de ser y de hacer en un mundo tan convulso tan denodadamente acrítico tan complaciente y tan pronto a batir sus palmas. En este momento recuerdo una declaración del poeta Rafael Alberti, no la recuerdo claramente pero decía que cuando se sentaba a ver el televisor  y veía chicas solamente ondeando las caderas le causaba vergüenza. No satanizo la vista ni las caderas ni a los chicos ni a las chicas ni a los grandes ni a las grandes ni a los viejos ni a las viejas. Simplemente comparto esa desesperación de Elfried Jelineke, la gran amiga de Christoph. Tampoco entiendo esta sociedad contemporánea inmersa sólo en el sexo, en el fornicidio desesperado, tal como nos lo cuenta en su libro El deseo.

Quizá porque ya no existen religiones ni políticas ni sueños a dónde asirse. Por esta razón sí que es una infinita pena la desaparición del cuerpo de Schlingensief. A él no le gusta tanto que se hable de él, sino de su trabajo, de combatir el racismo, la discriminación. Para terminar, un fragmento de una declaración emitida por un medio español llamado "Movimiento contra la intolerancia por tod@s un respeto" con motivo del 21 de marzo:


Durante los últimos años se han multiplicado los actos de discriminación y agresión, particularmente contra los inmigrantes y otras minorías, que junto a manifestaciones violentas, derivadas de nacionalismos agresivos y excluyentes, constituyen nuevas expresiones de xenofobia. Los sucesos trágicos en diferentes lugares y el terrorismo son la muestra de esta intolerancia criminal convertida en permanente amenaza.

De igual manera, el desprecio y la violación de los derechos humanos y libertades fundamentales, en particular la libertad de pensamiento, de conciencia, de religión o de cualesquiera convicciones, suele acompañar a doctrinas de diferenciación o superioridad que son científicamente falsas, moralmente condenables y socialmente, injustas y peligrosas.

Hoy el racismo adopta formas diversas en distintos países aunque el nexo común, alimentado de prejuicios, siempre conlleva discriminación, segregación, rechazo a la cultura y a los valores ajenos, y puede manifestarse en conductas que van desde la negación de derechos y el hostigamiento, hasta la violencia y la limpieza étnica.

La ética de la tolerancia y la educación intercultural junto a la integración social y la garantía de los derechos humanos, son factores necesarios para avanzar en esa lucha permanente para la eliminación de la discriminación racial en favor de la convivencia democrática. Sobre todo, para construir una mundo mejor donde impere el lema:

¡¡ SOLO UNA RAZA, LA RAZA HUMANA!!


 
Lamentando la desaparición física de Christoph Schlingensief (24 de octubre de 1960, Oberhausen -21 de agosto, Berlín)

Trabajaremos para que la vida misma no se muera contigo.

Espero que el cielo sea más bello que aquí. Seguro hay algo más.  Oro por tu existencia.


Tanya Cosío
Septiembre 2010

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