lunes, 28 de diciembre de 2009

MARRANOS Y MUROS (perlas)

La vida común no se me da. Ni la común de una creadora, artista, poeta, escritora, actriz o gente de teatro. Ni la común de una mujer tercermundista. Ni la de un ser humano con la piel en este mundo. Intento e intento e intento encajar. Estoy Fuera. Me aferro creyendo que a mí no me colocaron ese muro del que habla Kavafis pero cada vez me lo confirman con mayor fuerza. No se me da nada. No porque no sea común seguramente soy muy común en muchos aspectos, por supuesto. Pero dentro de la minoría de lo común. NO los entiendo: no entiendo sus formas de amar de ningún bando, ni del común ni del no común, ni su concepción de la amistad, ni de los autos y dineros y tarjetas y camionetas de lujo. Ni sus operaciones ni su colágeno en los labios para agrandarlos ni toda esa masa fácil flotando en sus senos ni sus cremas y sus peinados y sus perfumes y sus palabras ni sus golpes ni sus violencias ni sus ganas de matarse o sus ganas de morirse de hambre por una idea, razón sin razón o por el arte. Tampoco entiendo sus deseos de destacar de ninguno de los bandos. No los entiendo y cada vez me entiendo menos en esta vida que tampoco puedo dejar de entender. La naturaleza lo ha creado todo para el gozo y los seres humanos lo crean todo para el sufrimiento. No los entiendo, no las entiendo. ¡QUÉ GOZO SERÍA SER EL ÁRBOL QUE EN SU IMPACIENCIA POR NO MOVERSE SÓLO ESCUCHA!. La imposibilidad del habla. Creo que he dejado de comunicarme. Quizá sólo la poesía, el escribir y el teatro serán las únicas palomas mensajeras que me ceñirán al mundo. Percibo cómo me voy alejando como si fuera un papalote o un globo de esos que los niños envían a Dios pidiéndole les cumpla sus deseos. He dejado de desear y ahora lo deseo todo. He dejado de esperar y ahora me convierto en una piedra quieta, añeja, que permite que el mar lime sus asperezas. Lo cotidiano a veces es tan álgido como la cola de un marrano perpetrando a un violador. No me doy margaritas. Me otorgo perlas.

domingo, 6 de diciembre de 2009

AGUA

La respiración exacta. El silencio necesario, el agua suficiente por dónde resbalarte y nacer de nuevo, sacudir tu centro para volver a estar en él. La nuca y los oídos despiertos. Nacer en medio de la nada. Tan libre como una mano lenta. Como una mirada que reconoce aún sin conocer. Convertirte soneto, elegía, dejar de ser verso libre. Con tiempos y medidas. Sutil. Interminable. Ser el ojo de la cerradura por donde transita el mundo. Lo vivo. La luz. Piel. Estar en el momento exacto en que dos se miran.

martes, 1 de diciembre de 2009

PERO TÚ ERES OXÍMORON DE RIDING

Un buen día se te abre el cuerpo. Como una herida. Tienes la certeza de que nunca volverá a sanar. Comienzas a ver correr gusanos, pus, y con toda calma sigues caminando, subes al metro, recorres calles, besas al mundo, abrazas cuerpos, todos los aromas y olores que pernoctan bajo puentes y ríos siguen tu rastro, te persignas hueso y sales de nuevo. Ni siquiera estás rota. No muestras al mundo tus heridas ni haces como Marina Tsvietáieva proponía, una escena en una esquina aullando como el animal que eres y pretendes dejar de ser. Nadie sabe de las procesiones con cristos lacerados y filosos como espadas que atraviesan cerebros con estiletes falsos que andan por todas las grietas internas de tu cuerpo, por todos los lugares lozanos y saludables desgarrando alegremente con loas y oraciones, con rezos e iluminaciones, incendiando velas en el páncreas, haciendo estallar en amor contemplativo al hígado, lamiendo las llagas rosas y amarillas de tu lucidez que estalla como cohete que hace volar la mano del contento dentro de tu panza. Más alegre y feliz no podías ser. Nunca se está más contento como cuando te sabías y adivinabas herida y te conviertes en una que canta. Que muestra felices sus costras y que con toda la valentía del que miente y se sabe ajeno a este mundo, señala: las costras no son mías, son de otro, son de otra. La espada nunca entró por mí para salir hacia ti así que no era mía. Nunca cargué con estiletes falsos. Todos los bisturíes con los que parto la carne que día a día devoro como un exiliado, son verdaderos. Extraídos de los cuerpos recién operados y muertos en las planchas que devoran hombres y mujeres en los hospitales públicos. Y muestras todas las pruebas de las diferentes sangres que componen un cuerpo. Pensarías todas las sangres toda la sangre es igual pero no. Hay sangre más clara y más fresca, sangre más absurda y oscura de un roto rojo vino que deja adivinar una escandalosísima invasión de Madame Mort en tu corroer de entrañas. Rápidas manos adiestradas para alargar el sufrimiento prontamente te atienden, distienden, incorporan como sábana que se azota contra el colchón para ser acomodada y poder dormir fresca sobre tu almohada. Un buen día te sabes llaga cerrada. Nunca abierta. Absurdamente cerrada por la herida que se engangrena contigo adentro, la bolsa es la que se pudre. Tú miras con contento cómo se van llevando las hormigas y las ratas lo único que queda de bueno en ti: tu cuerpo, la piel que envanecida y envalentonada un buen día se arrancó sólo para saber qué se sentía sentir la carne en el hueso pero por encima, como ropa, haciéndole un homenaje-performance al viento y a Xipe Totec. Y te ríes, te ríes hasta el infinito porque conoces el descarne. El descanse. El siglos por los siglos. El polvo enamorado del polvo pero ya sin polvo el puro aire enamorado del polvo que se traga al polvo. Que disuelve al polvo. Que deshuella al polvo. Que lo enamorado y el polvo se despojan de huellas. Ni quién los siga. Ni quién los vea. Como Nahui Ollin viviendo con sus gatos muertos forjándoles en cobijas. Para que la tapen. Para que no la olviden. Para que sus gatos sean menos gatos y sean menos muertos. Para que el polvo del polvo no la toque. Para que la bañen los ojos que miraron el cuerpo desnudo de Pita Amor devorándole cada poro mientras bailaba sobre las mesas. La rebeldía descabellada de Garro flagelándose al hincarse porque Paz decíaregíareñíadesgreñabadesglebabadesenterraba las uñas de los peces que se aferraban a continuar en la pecera aún secos y flotando por la marea de los vientos que atacan los cuerpos de vidrio donde subyacen los lentos ojos del que fue pescado un día. Enharinado. Empanizado. Devorado en una buena mesa con un buen vino que corría... ¿te acuerdas? un Rioja sobre tus venas, sobre tus senos que cubrían una blanca blusa como nunca lo ha sido ni será tu alma. Naciste negra. Naciste partida. Como un pastel que por no darse entero se vende en rebanadas. Entrañas-poetas mujeres condenadas a ser destazadas. Desquiciadas. Monjas y Putas como Ajmátova según la lenguacabra de Stalin sobre la piel frágil y tiritante de un recién nacido. Bebiéndote diario el vodka que derraman tus piernas. Depolvo enpolvo te vas descarnando. D descarando. Descascarando. Como la polka que te encantaba bailar en tu otra vida... ¡te acuerdas! en la que sí eras feliz, en la que te derramabas como un loto sobre el agua. Como un loco. Encerrada en el árbol que eligieron para hacerte persona. Entre las ramas cándidas y cálidas del que asoma su rostro sobre todos los balcones. Como la señora en su balcón esperando el mejor momento para saltar sobre el agua de la noche que reposa en el pavimento como un río, acechándote los sucesos en espera de que seas Qu Yuan y no quieras revolcarte nunca en el fango. Pero te digo: Naciste negra. Y a quien nace negra nunca se le atraviesa la suerte. Eres gato negro para quien te mira. O a palos o a correrle. A huirte. Como compuerta que no sabes a dónde va. Como Caja de Pandora que nadie quiere abrir. Como las llaves que alguien perdió alguien encontró y no saben qué ni cómo abrir. Y tú tan abierta tan llaga lacerada lacerante que a pura punta de puro aullido te reconcilias con el aullar de la tierra y del universo. Para qué quieres humanos si te llevas de tú a tú con el Sol con la Tierra con la Luna con el Agua con el Viento y con el Fuego ese que siempre crepita dentro de ti creyendo eres altar antiguo donde rezarle encaramarse para rendirle culto a los Dioses. Diosa Partida en cuatro manteles donde pueda comer el rezagado. El que llega. El que se va. El que parte sin saber que quien siempre parte eres tú. Que nunca te quedas. Que ya te has ido a otros sonidos a otras chozas a otros camastros. A otros incendios. A otro vano cuento con el cuento del loro escondido tras la patria. La patria es una sin razón que pronto se queda sin pretextos. Sin vanos entendimientos. A otro loro con esa puerca que dicen que pare aguacates. La única Diosa Puerco es la Poesía. Y si hasta a esa pudieran engañar la engañaban. Sedientos cachivaches que cargan al deseo como si fuera agua que por necesaria hay que llevar al cuerpo. Pero siempre escondidos como pequeñísimos ladrones de joyas que entran en la casa de su madre y la callan diciéndole: no digas, no veas, que yo no he sido y al día siguiente su mujer luce cadenas y collares. Fundidos con el hurto de las casas visitadas. Qué risa de las pobres mujeres encadenadas a sus hombres. Como perritos nos llevan tras sus trajes y pantalones. Toda mujer que ama es una pobre inocente. Te digo que tú eres negra. No como la noche. Simplemente oscura. De ésas que siempre bailan. Hasta con su sombra. Mejor con su sombra. Aunque también a veces la sombra parece que te adivina y se te esconde. Más oscura y más inasible que tu sombra. Así te miro y te digo: no hay nada bueno pa´la que es negra: sólo el baile. Así que baile hasta que su cuerpo en costras se venga abajo. Así que véngase hasta que ni un poquito de su piel haya quedado sin besar por cientos de bocas. Así que mejor hágase bocavertedero donde se pueda enajenar aquel que roba aquel que regala quien vende y quien empresta. Baile desnuda en las horas que le quedan. Que la Madame es más diestra que gato negro. Que la Madame en cualquier momento llega, le gusta para su burdel y se la lleva. Ya le decía Gorostiza: putilla del rubor helado... y por algo será. Los Poetas no sólo hablan por hablar. A veces barruntan y otras esconden la mano con el pudor mundano del humano. Sea siempre la piedra. Arrójeseabrójeseabróchese sin miedo y lánceseLancelota por las selvas rotas de los ojos idos de los que se han marchado. Los que nos contemplan con desveloperseguido desesperado por encontrarnos en las manos leídas e instruídas del que dicree que sabe. Rana que se pone a croar dentro de las vaginas y eructa para lanzarse al coito prenatal de los que aún no saben no serán bienvenidos. Sin tapetes de bienvenidas ni cortimonas adornando caras maternales y paternales enajenados en el brutal ir y venir de las caderas pronunciándose con el santo en la boca sin desear ni querer llantos que corrompan los vagidos ires y venires. Tantas mentiras se han colgado al pecho hombres y mujeres que se creen contentos de reproducirse. Sean felices mirándose en los rostros pequeños de los otros bienmal nacidos para cortejar al cielo o al infierno. Que de esas bodas ya nos habló Blake. Que prefiero emborracharme con el ojo de la hoja punzocortante que perfora las miradas ciegas de quien abre un libro. Llenar toditas las hojas de llagas pequeñitas para lamerlas con la tinta tipográfica en cada surco de cada palabra que va orillando a la vida para convertirla en Poesía. Donde Laura Riding siempre será reina.

Casi como tú, pero tú: DIOSA NEGRA
. . . . . . . . . . . . . . .