domingo, 6 de diciembre de 2009

AGUA

La respiración exacta. El silencio necesario, el agua suficiente por dónde resbalarte y nacer de nuevo, sacudir tu centro para volver a estar en él. La nuca y los oídos despiertos. Nacer en medio de la nada. Tan libre como una mano lenta. Como una mirada que reconoce aún sin conocer. Convertirte soneto, elegía, dejar de ser verso libre. Con tiempos y medidas. Sutil. Interminable. Ser el ojo de la cerradura por donde transita el mundo. Lo vivo. La luz. Piel. Estar en el momento exacto en que dos se miran.

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