sábado, 13 de octubre de 2012

RONDA DE MUERTOS en la Feria del Libro del Zócalo 2012



En la Feria del libro del Zócalo se estarán vendiendo "los últimos ejemplares" así me lo anuncia Tonatihu Mercado, de mi libro Ronda de muertos que publiqué en el 2005. Prometí hacerle difusión, y aquí estoy. Ja! y ante esto, recordé una reseña que hizo mi queridísimo Iván Cruz en aquel ya lejano y cercano 2005 y que fue publicada en Alforja, que lamentablemente debido a que la vida me ha hecho transitar diversos derroteros, perdí y me hicieron perder muchísimos libros y revistas. Entre las cuales se cuenta esta revista, así que no recuerdo en qué número apareció ni si fue en el 2005 o 2006 cuando se publicó, pero aquí va. Aparece bajo lo que de ahora en adelante denominaré como uno de mis seudónimos: Tanya de Fonz. Que es con el nombre con el cual se publicó también el libro. El prólogo y los dibujos interiores son de mi hermano Eduardo Gutiérrez de la Cruz. La pasta dura con decorado y rótulo pintado a mano son de Tonatihu Mercado.



Ronda de muertos
Iván Cruz

Desde épocas remotas la poesía ha sido una forma de transmisión de la historia, de los acontecimientos y heridas de la sociedad. Así la Ilíada canta las hazañas de los héroes en la cruenta e interminable guerra de Troya, así en el siglo XIX buena parte de la poesía de Shelley está inspirada por el celo de las reformas políticas y sociales. En México, la poesía que habla de la historia, que nos habla de momentos cruentos se ha presentado en autores como Guillermo Prieto, Carlos Pellicer, Aurora Reyes, Efraín Huerta, Jesús Arellano, Thelma Nava, y el grupo de La espiga amotinada, por mencionar a algunos. A esta estirpe de poetas se une Tanya de Fonz con Ronda de Muertos.
            Este libro nos hace volver la mirada al dolor de los hombres, la poeta asume el oficio de profeta, abanderado de la condición humana y su dignidad. Tanya realiza una crítica al hombre de su tiempo, pero esta crítica no se entrega al drama, al vituperio fácil, mucho menos a largas diatribas discursivas, sino más bien a una violencia verbal precisa teñida de sabio humor negro:

De silbido en silbido cantemos a los muertos



Música y melodía en ancas
Quien le pega la cola al burro
Comida en el bosque con piñatas
Salga lo triste como colación
Alegre en fluvial bienvenida
Mesa y ponche
Canción de desbarrancados
De muertos apilados
En horno de microondas o cremación
En lagers o guerrillas
Muertos de mármol, muertos de mármol,
El que se despierte cuente tres.
Ronda, ronda de la rueda de cien mil
De millones o de diez.

El que coma más, a más personas saltará.


Ronda de muertos es un poemario humano, en el sentido de que se duele de la condición del hombre, de lo ensombrecido de su destino, ligado al dramatismo de los sucesos. Tanya es una poeta que mira su presente con desesperanza; una característica esencial de este libro es precisamente su desesperanza, Tanya se desliga de los poetas del pasado que escribían sobre el hombre y su situación social, precisamente porque sus poemas están teñidos de una desesperanza que los anteriores poetas de esta estirpe habrían negado. Tanya como poeta de su tiempo comprende que los caminos a los que ha sido acorralado el hombre sólo permiten la protesta, la crítica, y a veces el cinismo ante la imposibilidad de cambio de las cosas. Ya no se aspira a que las cosas cambien, se aspira a acompañar, a solidarizarse con el dolor del resto de la especie, de tal forma que la poeta dice:

Mi voz apesadumbrada se llena de dunas
Donde brota la arena como si allí hubiera nacido.
El sol se repliega ante mi vista.
Veo a todos mis muertos, sus ausencias y sueños
Que nunca debieron existir
Porque el sueño lo vivimos y lo demás son pesadillas.

Otro aspecto a resaltar es la mención de figuras tutelares, de escritores, de figuras históricas que Tanya menciona como sus mayores, así se suceden los nombres de Rimbaud, Vallejo, Cuauhtémoc, Moctezuma, Sor Juana, Miguel Hernández, Caravaggio, Otto René Castillo, Roque Dalton, Marina Tsvitáieva, Anna Ajmátova, Elena Garro. Cabe resaltar que el hecho de que Tanya haga mención de estos nombres cobra importancia debido a que hoy en día debido al parricidio literario en boga, se quiere suprimir cualquier guiño que indique influencia. De hecho estas referencias son puestas apelando a una forma de originalidad, ya que reconoce que no podría existir algo distinto en estos poemas sin la existencia previa del trabajo y vidas de estos autores.


Tiranizar tristes días de Caravaggio.
Miguel Hernández sale flotando alegre
Cuerpo de yunta insaciable.
Leer en las nubes
Saber escribir sobre el viento.
Otto Rene Castillo, quemaron su piel
Creyéndola palabra.
Roque Dalton, traicionando su traición en su coherencia.
Marina Tsvitáieva y Ajmátova
Perseguidas por rojos que no saben del blanco
Ni de la pureza.
¿Cual es la traición?
¿Como se mide?
¿Quien traiciona?
¿La palabra o la vida?
¿El cerebro o la conciencia?
¿Quienes nos traicionamos?
¿Quienes nos incendiamos?

En Ronda de muertos, Tanya logra conjuntar el ambiente histórico y social con una poética de la desesperanza, como pocos trabajos en la actualidad, invita a la reflexión por medio de un estilo directo, desgarrado que continuamente increpa al lector. Este libro de Tanya de Fonz es un trabajo sincero, honesto, que no aspira a la estridencia ni al auto regodeo, y como toda obra de este tipo a veces sufren el pago de la indiferencia, sin embargo, con mucho estamos ante un poemario de alta factura poética de una de las poetas más comprometidas de la actualidad.

 Tanya de Fonz
Ronda de muertos
Versodestierro-Editorial Andrógino, México, 2005.    



Y ahora que he podido releer cuanto dice Iván, pienso que la desesperanza se instaló de tal forma que ahora ya no hay ni esperanza ni desesperanza. Simplemente el tic tac incesante de LA VIDA del que ahora no me despego. Recuerdo que en aquel entonces parecían exageradas mis aseveraciones pero la realidad y más en este país, corrobora aquella desesperanza. Que comparto con Canto de cerdos y Coatlicue, que también escribí más o menos del 2002 al 2005. Cuántos muertos ahora ahondan estas cavernas llamadas México? dicen que hay 25,000 restos humanos sin ser reconocidos. Más de 150,000 muertos en lo que va del sexenio, miles de desaparecidos... en fin. Puedo pensar, ahora, con el tiempo, que mi desesperanza tenía esperanza de ver cumplida su razón. Lamentablemente. Aunque por otra parte, Oh Fortuna! que me hizo verlo con tanta anticipación, ya que ante esto, puedo decir con Cioran: 

"Pero se cree un poco menos en las cosas que uno ha expresado. ¿Por qué? ellas se han desprendido de usted. En ese sentido, realmente el acto de escribir -como es sabido, todo el mundo lo dice- es una especie de profanación. Porque las cosas en que usted creía íntegramente, a partir del momento en que las has dicho, cuentan un poco menos".

Cuentan un poco menos? o se han contado de tal manera que te quedas sin dedos ni ábaco en un tiempo de calculadoras y ordenadores? Pues de silbido en silbido, sigamos cantando a los muertos, y sigamos haciendo rondas donde los huesos sean el estribillo.

Recuerdo. Re cuerda que estoy. Estaré y estaba. Cuánta cuerda para vivir cada etapa que ahora se cuelga al recuerdo. Desde una cuerda me cuelgo para mirar aquellos días en que este libro lo estuve vendiendo de mano en mano en donde me fue posible. En las calles de la colonia Roma, afuera de Bellas Artes (en un día vendí tantos que con eso pagué la renta del departamento de aquel entonces, me gané también una tatemada del rostro tremenda! y unos tragos con botana en una cantina del centro... ja!), vendí en los pasillos de la Feria de Minería... de hecho tengo sólo dos ejemplares y uno con pasta dura. De mis libros, es el que más rápido se ha movido, y eso que todavía quedan 10. Ja! y fue publicado desde el 2005. Ah! y por este libro también conocí a dos de los seres maravillosos que años después me rescataron  de andar dando tumbos sin casa en la Ciudad de México: a Ovidio Ríos y Jaime Coello. Y digo a dos porque la tercera fue Jocelyn Pantoja. En algún momento me pensé San Pedro, con todas las llaves que ellos me entregaron. Otra cuerda me lleva  a la Feria del libro del Zócalo. Allí me cuelgo desde el asta bandera, donde la miro: pobrecita! tan desgarrada, tan llena de hoyos por donde se filtra la sangre que empapa a toda la patria. La bandera me mira, avergonzada ante los honores que le hacen. Le digo que no se preocupe, que así es esto de los huesos y la carne. Le recuerdo de nuevo entre las cuerdas, aquellas palabras de Bulgakóv: "donde cae la sangre nacen viñedos". Las copas de vino que ahora nos bebemos provienen de esos viñedos. Como Bacantes, la Bandera y yo nos desnudamos en la plancha del Zócalo bañándonos con tinto mientras le cuento que durante algunos años estuve por allí, vendiendo libros en una feria, y que me encontré con mucha gente con la cual todavía convivo y que me hace creer que vale la pena seguir viviendo en estas tierras. Se ríe de una manera entre avergonzada y cruel. Quizá no me crea. Pero no me importa. Hace un tiempo dije que vendrían tiempos muy malos. Ahora digo que vendrán tiempos muy buenos. En ninguna ocasión me creerán, y es natural. La dejo que siga bebiendo. Ella lo necesita más. Si alguien tiene ganas de ver a la Bandera borracha, o adquirir uno de estos diez últimos ejemplares de Ronda de muertos, puede pasar a la plancha del Zócalo en los días de La Feria del Libro. 

Afortunadamente, la poesía me sigue salvando.

Tanya Cosío
San Cristóbal de las Casas, Chiapas. 2012.

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