miércoles, 7 de septiembre de 2011

ALDA MERINI

Alda Merini: una luz para las sombras


Yo era un pájaro
de un vientre blanco gentil,
alguno me ha cortado la garganta
para reírse encima
no sé.
Yo era un albatros mayor
y giraba sobre mares.
Alguno ha detenido mi viaje
sin ninguna caridad de sonido.
Pero también extendida por tierra
yo canto ahora para ti
mis canciones de amor.

Alda Merini


Alda Merini es una poeta que se lanzó a la vida, supo decir sí a lo terrible y a lo bello. Siguió los preceptos de Arthur Rimbaud:

“El poeta se hace vidente por un largo, inmenso y razonado desarreglo de todos los sentidos. Todas las formas de amor, de sufrimiento, de locura; él busca por sí mismo, agota en sí todos los venenos para no guardar de ellos sino las quintaesencias"

Una poeta como un pan cubierto con chocolate para morderse parte a parte. Su primer matrimonio fue con un panadero. Amó a muchos poetas y a la poesía, pero sobre todo amó a la Vida. Aún con el riesgo de parecer loca. El riesgo se vio burlado y se convirtió en una realidad: una mujer que pasó gran parte de su vida entre terapias y siquiátricos.

Un día, Ettore Carniti, dueño de varias panaderías en Milán, regresaba a casa después de sus correrías de marido infiel y celoso, y al entrar, recibió un golpe en la cabeza con una silla y cayó desmayado. Su mujer, la cual era la poeta Alda Merini, no soportó sus infidelidades, y le propinó el golpe que lo descalabró. Esto la hizo parcer “una loca” y la encerraron en un manicomio. Donde le propinaron 37 terapias Electro-convulsivantes (electroshock). Alda, al hablar sobre este internamiento, dijo: "Salir viva fue un milagro, allí se entraba para morir".


Cuando entré
tres ojos me recogieron
dentro de sus esferas,
tres ojos duros enloquecidos

de enfermas dementes:
entonces yo perdí los sentidos
entendí que aquel lago
azul era un pantano
cenagoso de desperdicios triturados
en el que me ahogaría.


Al salir, continuó escribiendo y teniendo hijas: tuvo cuatro, a las que tiempo después les pediría que no dijeran que eran hijas de la poetisa Alda Merini “esa loca”. Ellas crecieron con otras familias. Pero nunca se avergonzaron de su madre.


Para algunos escritores italianos desde hace tiempo Merini era más un mito que una realidad. Alda murió el 1 de noviembre del 2009. Recuerdo que el año pasado, unos meses antes de su muerte, conocí en la Ciudad de México a un poeta italiano que vino al Encuentro de poetas del mundo latino y que la conoció muy bien. Exaltada, al escuchar que la conocía, le pregunté por ella, y con desilusión descubrí que tanto él como su esposa estaban hartos de Alda. Como si se le concediera más importancia de la que merecía.


Soy una mujer
                                     (a Salvatore Quasimodo)

Soy una mujer que desespera
que no encuentra paz nunca en ningún lugar,
a la que la gente desprecia, a la que los paseantes
miran con despecho y con furor;
soy un alma colgando de una cruz
pisoteada, burlada, escupida:
me han quedado sólo los ojos
que yo elevo al cielo a Ti gritando:
¡quítame del regazo cada suspiro!

La rebeldía denota inteligencia. Alda no quiso ser encasillada como la típica mujer madre escritora que padece y soporta embates de la sociedad, del medio literario y de su marido. Se rebeló. Le costó varios internamientos en siquiátricos.

Un poeta lo sublima todo, hasta el silencio. Por eso se escribe. Es anacrónico decirle a un artista o escritor: “está loco”. Es absurdo puesto que a través de siglos hemos podido comprobar la ingobernabilidad del pensamiento y  sensibilidad. Es agotadora la insistencia por encerrar a lo diferente. Ya es desgastante que los mismos creadores o artistas pretendan parecer locos.

 Alda tenía 17 años cuando conoció su primer atajo hacia aquello denominado “locura”. A los 22 años publicó su primer libro, Presencia de Orfeo. Y ya empezaba a ser reconocida por ciertos escritores. Uno de sus primeros poemas se lo dedicó al banquero Enrico Cuccia.

 "Una vez me lo crucé por la calle y le dije: 'Yo tengo hambre'. Él contestó: 'Buena señal'. Y continúo su camino".

Alda nació el 21 de marzo de 1931 y comenzó a publicar a la edad de quince años.  Una mujer que ama las palabras, en consecuencia, ama todo cuanto le rodea, hasta lo inasible. Alda creció en un mundo en el que amar como sólo se pueden amar a las letras es descabellado. Amar en sí mismo es delirante. En este mundo basta con amarlo todo y a todos, para que te quieran encerrar. En 1981 muere su esposo.


A Héctor
He sentido miedo de la muerte,
miedo de tus paraísos.
Tú eras mi abeja,
te apoyabas sobre mí
con tu benevolencia
y chupabas la flor de mis rimas
todo el tibio coraje.
Tú eras mi hermano
y eras también poeta...
Pero perderte así,
por banal alegría,
por la muerte burlona,
oh compañero de sueños,
¡qué no habría hecho!
No soy mujer de llorar las estelas
ni los silencios de los cementerios;
yo soy mujer de amor,
y tú lo sabes bien
qué no habría hecho.
Te habría perseguido en los sueños,
lo sé, y luego lentamente
habría resbalado en el sueño,
en el sueño de la locura
y allí, amándote siempre,
yo habría muerto de amor.


La necesidad tortuosa de otra palabra otro diccionario la hace enamorarse de nuevo. Inicia una relación telefónica con el poeta Michel Pierri y en 1983 contraen matrimonio. 

Alda era genialmente pagana: "Me he portado siempre como una gran pecadora y no me he arrepentido de nada". Y religiosa: "No voy a la Iglesia a murmurar, pero Dios está aquí conmigo. Olfateo su olor. Dos cosas me convencen de la existencia de Dios: que no soy dueña de mi voluntad y que el océano Pacífico no pueden haberlo creado los científicos".


No entiendo por qué se aceptan sin cuestionarse las dos caras de una moneda o las dimensiones de los objetos y sin embargo se cuestiona de tal forma a las diversas dimensiones humanas. Por qué se enjuicia a quien se atreve a tocar al ser que le habita. El Poeta recorre territorios abisales al encender palabras como lámparas dentro de la oscuridad del intelecto. Las sociedades enteras, con tal de no contemplarse, encierran a sus artistas, confinan a sus poetas y se cobijan bajo preceptos absurdos. Las concepciones estéticas filosóficas éticas y económicas que nos gobiernan en la actualidad no pueden continuar sustentándose. Desafortunadamente en muchas ocasiones los inmolados son Poetas y Artistas que se atreven a romper con lo establecido. En esta otra forma de ser y estar en el mundo vivía Alda. Durante el inicio de su matrimonio con Pierri terminó: Diario di una diversa (La otra verdad. Diario de una distinta). Alda es el cerrojo el cerrajero y la llave que se abrieron a sí mismos. Merini se muestra en algunas publicaciones con el cuerpo semidesnudo y fumando en actitudes que confrontan a intelectuales que deambulan el mundo con sus premios y libros entre aviones y doctorados. No sólo se desnudó con las palabras sino con todo aquello que la significaba.

“Más bella que la poesía ha sido mi vida”.

¡Ah! Un golpe certero a todas las vidas insufribles de tantos lamentosos artistas. No se internó en el dolor a solas y a oscuras. Al descubrir las sombras se le confinó al abandono pero nunca se abandonó a sí misma. Continuó exaltando a la vida desde aquello mal llamado “Locura” o “Poesía”. Los manicomios las cárceles y las calles aúllan. Las letras y la vida han perdido a una amante. Quienes habitan siquiátricos son seres que abolieron paredes y por lo tanto viajan en su imaginación atormentada o envidiablemente rica. Alda le llamó al manicomio en el que estuvo durante tanto tiempo “La tierra santa”.


El manicomio es una inmensa caja de resonancia
donde el delirio deviene eco
el anonimato medida,
el manicomio es el Monte Sinaí,
maldito, en el cual recibes
las tablas de una ley
por los hombres ignorada.


Cuántos seres poseen la maldad suficiente para “salvarse” de estos lugares. Los mal llamados “locos” en general son ingenuos y poseen demasiada fe y confianza en el otro, en los otros. Alda tenía el conocimiento del lugar en el que estaba. Su labor como Poeta  fue concederles palabras a los miles y millones de seres que pueden llegar a habitar, que han habitado, los manicomios. “La tierra santa” ¡qué hermosa metáfora! ¡Cuán poco saben de traición estos seres! No saben que en cualquier momento algún familiar o la sociedad en sí misma los condenará a pasillos y camas infartadas. Alda andaba con su trágica sonrisa a pesar de ser doblemente condenada: Poeta y Loca. Cuando alguien muere, es un lugar común que todos recuerden lo perfecta que era esa persona. Cuando un poeta o artista muere, ya no importa si estaban “locos” o no, sólo queda la poesía, el arte puro. ¿Es un vicio de la vida? ¿En algún momento existirá la suficiente inteligencia para valorar la obra de alguien, la vida de alguno, en cuanto vale? ¿Es la cuota que cobra la muerte para poderse reír de su supremacía ante la vida? Cuando murió Alda Merini muchísimas voces, la voz entera de Italia, se alzó proclamando: “Ha muerto la última gran poeta italiana”. Perdónenme, pero no los entiendo. Qué manera tan absurda de tratar a sus últimos grandes poetas. Además de que no creo que sea la última, de nuevo inicia el ciclo. Por allí andarán Poetas arrastrando sus pies para no ser anclados a “La Tierra Santa”. Probablemente tendrán que pasar por los mismos dolores y gozos que Alda. La cual por fin es reconocida de manera unánime como gran poeta. Merini recibió algunos premios y estuvo propuesta para el Nobel. Pero creo que en general todos los premios Nobel deben de ser en apariencia “correctos”. Disfrazar su locura. Vestirse de normales. Los locos están fuera de los siquiátricos. Los santos pueblan los manicomios. Y a veces, las cárceles.

Cierro con el poema que dedicó Alda Merini al manicomio:

La Tierra Santa
 

He conocido Jericó,
he tenido también yo mi propia Palestina
los muros del manicomio

eran los muros de Jericó
y un pozo de agua infecta

nos ha bautizado a todos.
Allí dentro éramos hebreos
y los Fariseos estaban en lo alto
y estaba también el Mesías

confundido entre el gentío:
un loco que gritaba al Cielo
todo su amor a Dios. 
Todos nosotros, manada de ascetas
 éramos como los pájaros
y de vez en cuando una red
oscura nos aprisionaba
pero íbamos hacia la misa,
la misa de nuestro Señor
y Cristo el Salvador.
Fuimos lavados y sepultados,
olíamos a incienso.
Y después, cuando amábamos,
nos hacían el electroshock
porque, decían, un loco
no puede amar a nadie.

Pero un día desde dentro del sepulcro
también yo me volví a despertar
y también yo como Jesús
tuve mi propia resurrección,
pero no subí a los cielos
descendí al infierno
desde donde vigilo asombrada
los muros de la antigua Jericó.




Tanya Cosío
Jalisco, México
Diciembre 2010

4 comentarios:

  1. Tanya Cosío, la felicito por estas brillantes, inteligentes y sentidas palabras para la poeta ALDA MERINI, extraordinaria mujer que fue "la maternità della luce" y un canto de amor en estos tiempos de miseria...

    Tulio Mendoza Belio
    Academia Chilena de la Lengua
    http://www.tulio-mendoza-belio.webs.com

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  2. Hola, Tulio!!!

    Muchas gracias por tus palabras! entonces compartimos el amor hacia esta maravillosa mujer que es Alda Merini y hacia los cantos de amor a la humanidad!

    Un abrazo desde Chiapas!

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  3. Hermoso , conmovedor ...este texto de Alda Merini.....Tan bellos y profundo como su poesia !!!!!!!
    Cecilia (desde Italia )

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  4. Saludos desde México, querida Cecilia! soñaba con abrazar en carne a Alda pero no lo pude lograr! te abrazo a ti desde Jalisco! Gracias!

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