viernes, 7 de septiembre de 2012

¿Escribir cansa?


“Escribir no es un negocio serio”. 
“Quiero que envidien mi alegría”.

Ray Bradbury


Siempre postergué la lectura de "mis contemporáneos" que no la de "los contemporáneos". Me acerqué en su momento a muchos que conforman el medio literario y artístico. Quería ver sus vidas, me interesan las vidas no sólo las obras. Cuando me acerqué a Eduardo Lizalde, viejo lobo de mar, descubrió de inmediato que no lo había leído. Me mandó a leer sus "memorias" o su "autobiografía" esto fue hace un par de años y es momento que todavía no busco ese libro al cual se refería. No me gustó su actitud. Además, la mano que estreché no me dijo nada. Sí pienso leerlo, pero más adelante. En cambio, cuando conocí a José Vicente Anaya del cual jamás había escuchado hablar, de inmediato leí sus libros. Era un hombre lleno. No sé si la edad (de ellos) influyó en mi percepción hacia uno y otro. Y como este caso, decenas, puesto que me acerqué a la mayoría de "los conocidos". También pude conocer un sin número de desconocidos que estoy segura permanecerán allí. En una ocasión recuerdo que me presentaron a Juan Domingo Arguelles, ahora no recuerdo su rostro. Nunca lo había leído hasta que llegó a mi vista un libro que por 20 pesos pude adquirir en un lugar insólito de Guadalajara, cuando acompañé a mi madre a sacar un acta y me desconcertó que allí vendieran libros. El título era atractivo: "Escribir cansa" me pregunté de inmediato: ¿qué tendrá que ver para él "trabajar" con "escribir" y cómo habrá entendido eso de "Lavorare stanca" de Pavese? lo compré hace dos años, quizá, y hasta ahora me decidí a no seguir postergando a mis contemporáneos. Una de las cosas que más me sorprendió de este libro es que el autor dice que la mayoría vivimos postergando la lectura de Shakespeare, de Wilde, en fin, de escritores que a través de cientos de años han permanecido. Esto no es verdad. Por lo menos no en mi caso. También me encontré con la anécdota del escritor académico que "todo lo hace por los puntos" y con la negativa de Juan Domingo a leer a ciertos autores que le obsequian sus libros para que los reseñe y con el alarde presuntuoso que hace sobre ciertos autores "reconocidos" que son sus amigos y sobre los que sí escribe. Pero entonces entendí a qué se refería con eso de "Escribir cansa". La labor de Arguelles es tan igual a la que lleva a cabo el académico puesto que él tiene que leer autores contemporáneos y postergar a los que el tiempo ya ha confirmado precisamente por el trabajo al cual se dedica. Puesto que no es lo mismo decirle a Wilde, por poner un ejemplo... que eso de la Balada de la cárcel de Reading es muy autobiográfico, ya que Óscar no le podría responder y entonces no lo podría convertir en la comidilla literaria ni le aplaudirían ni dirían: "ah, qué buen crítico destroza a todos, o a la mayoría, y no se mide en sus opiniones" y probablemente tampoco le darían trabajo en los periódicos. Porque por lo visto, para convertirte en un "buen crítico" hay que poseer un humor que raya en la crueldad. Así como no me gusta que pateen perros, gatos, o a mí, o que apedreen pájaros, así tampoco soy afecta a que se dañen sensibilidades a través de críticas soeces o mal intencionadas. El caso es que creo que muchos de mis contemporáneos sí deben coincidir con esto de "Escribir cansa" puesto que pasarse la vida escribiendo para ganar becas, premios, para gustar y ser aplaudido mientras se está vivo, debe cansar tanto como el tener que publicar para conseguir puntos. En cuanto a los incentivos, debo matizar. Puesto que se tiene la falsa idea de que cuando criticas dichos estímulos es porque estás contra ellos. Desde mi perspectiva es simplemente porque me parece sumamente vulgar y triste que se escriba únicamente para obtenerlos.

Prefiero callejear, andar las calles y detenerme. 



Creo que continuaré postergando a mis contemporáneos.